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—¡Hey! —Kenji me saluda, viene muy animado junto a Eidan, les sonrío continuando mi camino hacia el salón de clases.

—¿Qué hay? —Les pregunto cuando caminan a mi lado.

—Ayer iba yo muy tranquilo al mercado a comprar unas piezas de pollito... —Comienza Eidan.

—¿Tu mamá volvió a viajar? —Lo interrumpo.

—Sí, amigo, por eso iba a comprar comida preparada.

—Te he dicho que puedes ir a mi casa cuando quieras —Lo regañó Kenji, yo asiento.

—Y se los agradezco, pero no quiero eso, de todas formas, déjenme continuar mi historia... —Pone las manos sobre sus caderas, no puedo evitar reírme pensando que se parece a mi madre.

—Venga, cuéntanos— suspira Kenji.

—Bueno, como decía, ayer iba yo todo tranquilo a por un pollito, cuando iba de regreso a mi casa me doy cuenta de que un pequeño perro me seguía, entonces como buena persona que soy...

—¿Le tiraste una piedra? —Me burlo, él me da por la nuca y me quejo—. Plebeyo de pacotilla, ¿cómo te atreves a golpear a tu rey?

—Sí, sí, después, Harry... —Sacude su mano restándole importancia a mi asunto, frunzo el ceño, pero no digo nada—. Como buena persona que soy, me agacho y lo saludo, acaricio su pelaje y saco una pieza de pollo para dársela, pero en eso viene una vieja chismosa y empieza a gritarme: ¡Muchacho! —Pego un pequeño brinco en mi lugar cuando Eidan hace su voz fina en un grito, imitando lo que sería la voz de dicha vieja chismosa—. "¿Qué haces desperdiciando comida? Con el hambre que están pasando muchas personas. Tú, dándosela a un perro asqueroso. Esa pieza me serviría para cenar." Yo me puse de pie y la miré con una enorme sonrisa que creo y la asustó, mucho, luego gentilmente le dije: "cállese, vieja puerca" —Vuelvo a dar un brinco en mi lugar cuando grita—: Es mi perro y hago lo que me salga de mis enormes huevos y no le diga asqueroso a mi perrito, mejor váyase a la mierda, entonces me agaché, tomé al perrito y me fui para mi casa, claro, luego de sacarle el dedo medio a la vieja esa, el punto aquí es que ese perrito me regaló dos momentos de felicidad porque ahora tengo un buen compañero esperándome en casa y mandé a la mismísima mierda a una vieja. Es tan bonito como un perro puede darte tanta felicidad —Suspira, luego sonríe ampliamente.

Kenji y yo golpeamos nuestras frentes y negamos con la cabeza.

—Ya no tiene remedio —Le susurro a este, queasiente de acuerdo, suspiramos y nos damos la vuelta dejando atrás a Eidan.

VacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora