Plan: Flores amarillas

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Desperté de muy buen humor. Estaba emocionada de volverlo a ver, llevaba cuatro días conociendo a un Mateo diferente. su actitud ya no era hosca, de hecho era la del chico con el que había trabajado el primer día en la cafetería, por un momento pensé que sería lo de siempre, cinco minutos de ser amable antes de que se volviera un ser frío. Pero no, me seguía tratando bien, era atento, platicaba conmigo más de dos palabras. 

En esos cuatro días había conocido más de él que los últimos tres meses de clases. Me había contado sobre sus libros favoritos, en muchos coincidíamos, me había compartido una lista de spotyfy con sus canciones favoritas, muchas eran las mías y otras más me agradaron ya que coincidían con mis gustos. Me ayudaba con los ejercicios de algebra y cuando nos tocaba trabajar en pareja nos coordinábamos bastante bien. 

Había aprendido a prestar atención a esos pequeños gestos y cambios en su rostro que me permitían entender cuando estaba a gusto, confundido o se estaba esforzando por hablar. Tenía un rostro bastante expresivo cuando lo observaba con detenimiento. Algo que por pena había evitado hacer todo este tiempo. Aunque no negaba que me seguía perdiendo en sus ojos de vez en cuando.

Llegué a la escuela temprano y al entrar al colegio me encontré de frente con Néstor. Hice lo mismo que venía haciendo desde meses antes, pasar de largo e ignorarlo olimpicamente.

—Sofi, deja de ignorarme porfavor

—¿Qué quieres Néstor?, no te he dejado claro que no quiero hablarte, ni verte.

—Y no por eso deja de doler, yo te quería, de veras que me había enamorado de ti. Lamento lo que hice.— Su mirada era triste, lo que me hizo detenerme

—Aunque quisiera decirte que te perdono y que podemos ser amigos, no puedo. Me heriste, no te odio, pero no eres una persona que quiera mantener en mi vida. —Le dije con cierto dolor en mis palabras

—Lo entiendo, pero al menos, podemos intentar llevar la fiesta en paz. Prometo dejar de molestarte y se más amable contigo. Te prometo que ya no habra más balonazos ni comentarios mal intencionados.

—Néstor...

—Sofi, porfavor acepta mis disculpas— Me extendió la mano con una rosa roja

—Esta bien Néstor, esto es un tratado de paz— Le dedique una sonrisa 

—Gracias Sofi...

De prontó escuche los gritos euforicos de Karla, del otro lado del pasillo.

—Gracias Mateo. Al fin aceptaste mis sentimientos!!! 

Decía la pelirroja mientras se le colgaba del cuello a Mateo que no la alejaba como siempre. Sentí una punzada en el pecho, al ver a mi rival con una flor amarilla en la mano, besando al chico del que estaba enamorada y con el que me estaba haciendo ilusiones de que era correspondida. 

No pude seguir viendo la escena y me encamine a los vestidores. Me encerre en un cubiculo y me solte a llorar. No entre a mi primer clase y no estaba segura de poder entrar a clases el resto del día.

—Sofía, ¿en qué vestidor estas?

Escuche la voz de Tamara, yo había dejado de llorar a mares apenas y ahora sollozaba. 

—Acá esta! —Gritó detrás de la puerta Irene

—Sofí, vimos lo que paso con Karla— La voz de Tamara era dulce

—Pero no viste todo, saliste corriendo y no alcanzaste a ver lo que le gritó Mateo— La voz de Irene era pícara

—¿Qué le dijo?, ¿al fin grito que era gay?— Respondí con ironía sin abrir la puerta.

Cinco cosas que odio de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora