El lunes por la mañana me aliste para salir con Mateo, me puse mis jeans desgarrados y mi blusa azul favorita, que combinaba con el listón que llevaba. Xavier, había salido desde temprano a realizar su registro para el examen, así que lo vería por la tarde cuando regresará. Reunirme con Mateo era algo que no había sopesado hasta el domingo por la noche cuando recibí su mensaje.
"Te veo mañana a las 9:00 am frente a la entrada de la escuela. Yo invito la comida."
Respondí un simple ok y me fui a la cama nerviosa de mi encuentro con él. Si bien todo había salido bien el sábado, eso no era garantía de que se repitiera el lunes, si algo me molestaba de Mateo era que nunca podía predecir cómo iba a actuar.
Y lo que me había comentado Leonardo el sábado, cuando nos toco ir por la pizza, me dejaba aún más confundida.
—Nunca había visto a Mateo así de celoso.
—¿De qué hablas Leo?, es más creo que ni siquiera le agrado.
—¿No te has dado cuenta Sofí?, al tarado le gustas más de lo qué quiere admitir, está celoso, por eso está insoportable.
—Pues si le gusto tiene maneras muy raras de demostrarlo.
—¿Crees qué es fortuito que se siente a lado tuyo cada clase?, la idea fue de él, no mía. Yo estaba muy a gusto sentándome atrás de Tamara, así puedo platicar mejor con ella sin que me regañen los profesores, pero el insistió que me sentará a su lado y tú al suyo.
—Eso era porque quería ayudarte a que te le declararas a Tam, no porque le guste. Es más ni yo sé si me gusta.
—Mira Sofí, al idiota le gustas desde hace mucho, sólo que no sabe como demostrarlo. Sé que es como un cubo de hielo, pero creo que has notado que lo estas descongelando y al parecer es lo que le molesta. No le gusta sentirse así.
—Pues yo cada vez lo tolero menos, esos desplantes me tienen harta.
—Tenle un poco más de paciencia, es difícil atravesar esa coraza, si lo sabré yo. Pero una vez que lo logras es un tipo muy genial. Te prometo que yo me encargo de que se anime, de verás. Pero tú dale entrada, que es lo único que necesita para dejar acercarte, no es un mal tipo, sólo ha sufrido mucho, le cuesta trabajo confiar en la gente.
Así que el domingo le había dado vueltas a esa conversación e hice memoria de todas las veces que había intercambiado con Mateo más de dos monosílabos, que era por regular cuando estábamos solos. Su comportamiento no siempre era frío, más de una vez había sido amable conmigo, y más de una vez había salido a mi defensa en el momento menos esperados, incluso había llegado a los golpes con tal de defenderme.
Pensándolo bien, tal vez si tuviera oportunidad con aquel chico, frío, arrogante e increíblemente atractivo. Leonardo lo conocía mejor que nadie, y si él me confirmaba que le gustaba, tenía que intentarlo. La pregunta era ¿es buena idea, teniendo la posibilidad de un romance dulce con mi amigo de toda la vida?
Llegué a nuestro punto de reunión unos minutos antes de la hora acordada y ya estaba ahí, recargado en su Mustang blanco, tenía una expresión seria. Me pregunté si estaría molesto. Y recordé lo que una vez me había explicado Leonardo cuando Mateo se había ido poniendo la misma expresión fría de siempre, después de una platica sobre nuestras familias, que al parecer le había incomodado.
"No te lo tomes personal Sofí. En un rato estará cómo antes. Cuando el tarado hace esa cara —parodio la expresión, poniendo la cara más seria que pudo, frotándose las sienes y apretando la quijada— hay dos motivos, por lo regular es para aguantarse y no golpearme cuando lo desespero, así es como se calma, pero también es porque no quiere decir algo y esta haciendo bilis al no hablar."
ESTÁS LEYENDO
Cinco cosas que odio de ti
RomanceOdio su mirada fría; odio que siempre me dice molesta o fastidio; odio ese carraspeo de garganta que hace en vez de responder como una persona normal, odio que me lo encuentro hasta en la sopa, y lo que más odio es que me estoy enamorando de él. La...