XXI

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[AldoGeo ha sido empujado por Rubius desde un sitio alto. Le quedan 2 de 3 vidas]

— Pfft.

La risa de Mariana según Roier, aparte de escandalosa era inusual.

Barítonos graves y carcajadas maquiavélicas como si fuese el villano de película, no buscaba disimular ni aparentar cada vez que se ahogaba en ella.

Usualmente era Aldo quien le daba un codazo para que tuviese un poco de pudor, pero por desgracia...

— Qué pendejo nos salió el Aldo carnal, dice que le salía el Waterdrop y mira.

El cadáver de su amigo estaba en lo más profundo del pozo cavado por Rubius para su Waterdrop mortal.

¿Se suponía que debía preocuparse?

Mariana aún conservaba sus tres vidas pero que Aldo perdiera una de ellas por una estupidez lo tenía sin cuidado.

A ver, había intentado mostrar su hombría y fracasó miserablemente, probablemente Mariana lo molestaría por un tiempo con esa humillación.

Roier suspiró, no era la manera en la cual quería comenzar el cuarto día.

El cuarto día, dónde tendría que reunirse con Spreen y los chicos más tarde para evitar una posible catástrofe, y había venido con Mariana a la construcción extravagante de Rubius.

Hacer Waterdrops era cuestión de mera suerte, a la cual Aldo se había expuesto y había fallado por un milisegundo mientras que Mariana se había quedado observando sin intervenir.

Rubius también había subido, y Roier, por no tratarse de otra cosa, tuvo que fingir deliberadamente que aún le dolía el estómago para no exponerse al peligro.

Rubius podía llegar a ser bastante intenso, y él a veces no podía controlarlo todo.

Mariana seguía riéndose como desquiciado mientras Aldo probablemente regresaba del Panteón, una de sus vidas se había perdido después de todo.

🐻🕸️

— Ya párale.

Aldo se mofó del mismo chiste mugriento que hacía su amigo cuando éste regresó, Mariana parecía haber mejorado en cuanto a "controlarse" pero aún estaba poniendo caras extrañas.

Roier estaba callado, limitándose a observar como Rubius se había aventado exitosamente de la gran altura de su monstruosidad, le daba más fuerte el deseo de no subirse.

Pero era más por su preocupación e inquietud.

Según él mismo y lo que había hablado con Spreen en el bosque, lo de hoy podría ser algo decisivo, y eso honestamente, lo aterraba un poco.

¿Si lo mataban en medio de la horda?

¿Si Marki salía de un arbusto y lo apuñalaba?

¿Si el Drop resultaba no tener un equipamiento bueno?

Eran muchas las posibilidades que ni quería plantearse, lo estaba volviendo loco.

Un suspiro escapó de sus labios en hastío. Hasta hace poco había tenido el corazón en la boca cuando se subió a esa torre y Spreen lo había atrapado.

Era el mismo atardecer, obviamente el chico de rizos tampoco era invencible, no pasó desapercibido para Roier cuando se asomó por las butacas hacia la casa y vio como se untaba un poco de miel en sus antebrazos.

No se había protegido él mismo y aún así había detenido la caída.

— Te atrapé.

Möbius [Sproier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora