XVII

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— Pfft.

Spreen era una persona sencilla, comprenderlo no era una tarea difícil.

Por eso, cuando comenzó a reírse sin disimularlo ni un poco, Roier ya lo esperaba de antemano.

— ¿El futuro? ¿Qué flasheás?

Las risas escapaban de su boca cómo si hubiese sido el único chiste bueno que le habían contado desde que cayeron aquí.

— Pará, amigo. ¿Me trajiste hasta aquí solo para decirme eso? ¿En serio?

El pelinegro estaba incrédulo ante el argumento tan soso para que el castaño le insistiera tanto.

En lo que llevaba de tiempo aquí solamente había conocido a una persona con tornillos medianamente sueltos —Carola—, y ni con él había llegado a escuchar tales disparates.

Sin embargo, la expresión de Roier no cambió, su seriedad y su postura estoica no titubeó ni un poco.

Que solamente esperara a que Spreen terminara de reírse le hacía sentir que en verdad estaba delirando.

Spreen podría golpearlo con facilidad.

Descartó ese pensamiento, ya que le había cedido nada más quince minutos sin violencia ni armas.

Aunque, estaba curioso por comprobar hasta donde llegarían los delirios de Roier.

— ¿A ver? ¿Podés verlo con una bola de cristal o tenés una especie de epifanía?

— Esas son mamadas —respondió el otro de manera contundente —no me crees y eso está bien, pero déjame demostrarte que sí puedo ver el futuro.

— Okey.

Spreen se cruzó de brazos. No habían pasado ni cinco minutos cuando esperaba que el esquizofrénico de turno siguiera hablando.

En otro contexto probablemente lo hubiese empujado de un risco.

— También he visto lo que ha pasado hoy con lujo de detalles. ¿Quieres escuchar?

Arqueó una ceja bajo las gafas.

— ¿Cómo así?

— Sabía lo que pasaría y lo dejé pasar.

— Che, pero, ¿eso no sería el pasado? No me estarás vacilando.

— Te prometo que no.

Por alguna razón el tono y la sonrisa tranquila de Roier hizo que las orejas de Spreen se erizaran ligeramente irritadas.

Solo serán quince minutos.

Se repitió como un mantra, hasta que las palabras de Roier poco a poco fueron quebrando la paciencia de Spreen.

Que había ido de caza con Shadoune.

Sus conversaciones.

Su encuentro con Marki.

La separación que tuvo con Shadoune y lo que había hecho Spreen.

Relataba lo que había pasado con exactitud el día de hoy como si fuese el capítulo de un libro. Sin dar rodeos ni indicios de irse por las ramas.

Para cuando terminó, el ambiente estaba más cargado que al principio.

Spreen apretó los puños, intentando amortiguar su molestia.

— ¿Cómo sé que no estás mintiendo y eres un acosador de mierda?

La alerta parecía enervar cada uno de sus rasgos, como una bestia que tiene activados todos sus instintos lista para atacar.

Möbius [Sproier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora