Quinto

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Desde que habían salido de la casa con dirección a dónde se encontraba el "Hechicero", se habían envuelto en un silencio incómodo.
A Spreen no le importaba en lo más mínimo tener o no tener una conversación con dicha persona que no conocía, solo le importaba volver a casa.

Pero Roier se sentía perdido en sus pensamientos y necesitaba respuestas.
Se moría por hacerle un cuestionario al chico que tenía a su lado para saber que recordaba y que no, pero su vergüenza le ganaba.

Por suerte, en pocos minutos llegaron a su destino: Una gran torre de piedra con vidrios morados decorandola y una larga escalera rodeada por lava.

"¿Por qué este tipo de personas tenían que tener refugios exagerados?" Se preguntó mentalmente el híbrido mientras observaba el lugar, recordando el exuberante Santuario de su prometido.

— Llegamos... —Anunció Roier acercándose a la puerta, de la cual colgaba una campana.

— ¿Qué clase de Hechicero es esta persona? —El Argentino aún observaba el gran lugar que se alzaba delante suyo.

— Uno muy importante. Ya lo conocerás.

Entonces el Mexicano tomó la pequeña parte que colgaba de la campana para tocarla una vez.
Spreen espero que la supuesta persona abriera la puerta pero no sucedió.

— ¿Acaso no-

Las palabras del híbrido fueron interrumpidas por una segunda campana que hizo sonar Roier.

— Solo espera. Este es el llamado secreto. —Explicó el chico araña.

¿Un llamado secreto? A Spreen le dió gracia lo ridículo que sonaba eso.

Y sin desperdiciar más tiempo, la puerta se abrió dejando ver a un hombre alto, de buena forma, cabello oscuro y prendas moradas.

Así que él era "Vegetta".

— ¡Roier! Pero si es mi querido Aprendiz. ¿Que los trae por aquí? —Exclamó el Hechicero felizmente mientras se acercaba para saludar al más bajo.

Spreen pensó que esa alegre personalidad no coincidía mucho con la imponente imagen que tenía en frente pero mientras menos enemigos mejor para él.

— Buen día, señor Sabio. —Saludó Roier cambiando su tono de voz.

Por primera vez en el día se sentía genuinamente feliz pues Vegetta era de las personas con las que mejor se llevaba además de Mariana. Lo había conocido por un periodo corto pero fue suficiente para admirarlo y querer aprender de él.

A sus ojos, Vegetta era casi como un dios. El hombre era físicamente perfecto, y no solo eso, tenía una gran inteligencia y era un arquitecto espectacular además de Hechicero.
Vegetta lo tenía todo.

A veces se preguntaba; Si fuera igual de perfecto y grandioso que Vegetta ¿Spreen se fijaría en él?

— Hemos viajado en esta travesía en busca de sus grandes consejos.

Roier seguía hablando con ese tono de voz que solo usaba para bromear en ese tipo de situaciones pero el mayor no se quedó atrás y le siguió el juego.

— ¿Es así, viajero? —Respondió de la misma forma y acompañado de una pequeña risa.—  Entonces usted está en el lugar indicado.

Roier estuvo a punto de responder pero tuvo que detenerse por una interrupción.

— Disculpen, por detener su momento fraternal. —Dijo el chico Oso.— Pero no vine para juegos de rol.

Ante las palabras del Argentino, la emoción de Roier decayó y recordó por lo que realmente vinieron.

Multiversal Trouble | SpiderBearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora