Quinceavo

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Habían pasado algunos días luego de la discusión del Oso y la Araña.
Días en los cuales ninguno de los dos fue visto cerca del otro. Ni mucho menos por lo alrededores de la isla.

Spreen no era una persona que socializara mucho con los integrantes de QSMP. Así que su falta de presencia no era tan inusual.

En cambio, la ausencia de Roier era demasiado obvia.

El chico no salía del refugio. En realidad, apenas salía de su habitación y esas pocas veces lo hacía porque Mariana, quien ya había vuelto a la casa, lo obligaba a hacerlo.

En ese tiempo el joven arácnido había descuidado hasta su apariencia. Su amigo había notado como en el rostro de Roier comenzaba a divisarse la sombra de una barba, y ni hablar de las bolsas oscuras bajo sus ojos por el insomnio que estaba padeciendo.

— ¡Roier, no me hagas entrar allí para llevarte a desayunar a puro madrazo!

Exclamó el Mariana desde el otro lado de la puerta. Ya llevaba varios minutos insistiendo en entrar a la habitación del menor pero éste simplemente no se lo permitía.

Y ante su grito no hubo respuesta alguna.

— ¡Roier! —Intentó una vez más el mayor mientras golpeaba la puerta.— Hijo de la chingada...

Lo último lo dijo más en un susurro al nuevamente no obtener respuesta.

Sabía que estaba ahí, e incluso sospechaba que el pobre chico estaba en su cama, envuelto en mantas, ropa y quizás envoltorios de alguna que otra comida chatarra.
Era inútil tratar de ayudarlo y hacerlo recapacitar en esos momentos.

Pero su mejor amigo no se iba a rendir.

— Roier, escucha... —Mariana iba a intentarlo una última vez siendo sincero con el menor.— Se que no quieres contarme que sucedió pero realmente no importa que es lo que pasó. No es necesario que me digas. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti y que no voy a dejarte decaer así.

El chico de gafas habló mas calmado contra la puerta, dejando de lado las bromas e insultos porque él genuinamente estaba preocupado por Roier.

— Eres mi amigo y me preocupo mucho por ti. Así que, ahora mismo tú puedes abrirme la puerta para que yo pueda intentar hacerte sentir mejor, O simplemente puedes ignorarme y no volveré a molestar. ¿Que dices?

Cuando terminó de hablar solo se quedó esperando en un largo silencio por alguna señal de vida por parte de Roier.

Pasaron unos minutos y Mariana estuvo a punto de darse por vencido hasta que escuchó movimiento del otro lado y finalmente la puerta se abrió dejando ver al joven castaño.

— Oh mien...

Roier estaba cabizbajo, envuelto en una manta, con todo su cabello despeinado y ni siquiera llevaba su inigualable bandana azul.

Mariana podía jurar que su mejor amigo se veía peor que el día anterior.

El castaño se hizo a un lado, dejando pasar a su amigo al cuarto. El cual también era un completo desastre porque si Roier había descuidado su imagen, también lo había hecho tres veces peor con su habitación.

— Esto es un asco...

Murmuró el más alto mientras intentaba no tropezarse con las cosas que habían en el suelo.

Roier solo murmuró palabras innentendibles, volviendo a acostarse en la cama mientras se ponía los auriculares que estaban conectados a un MP3.

¿De dónde vergas había sacado un MP3?... En fin, no importa.

Multiversal Trouble | SpiderBearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora