Capitulo 2. Hablar de libros.

145 12 6
                                    

HARRY.

Di otro bocado a la hamburguesa que estaba en mi plato. Mastique escuchando a los amigos de mi hermano hablar de sus noches "románticas" con sus citas.

—Connor, Liz me pregunto por ti, de nuevo.

—¿Que no va a entender que solo fue de una noche? —dijo con un gesto de desagrado.

Fruncí mi ceño.

—Tampoco es que tu lo dejes muy claro hermano, si para llevártelas a la cama les juras amor eterno —dije.

Todos en la mesa abuchearon mientras el me fulminaba con la mirada.

Seguí comiendo e ignore la platica cuando la vi entrar a la cafetería. Traía un suéter lila suelto con un pantalón blanco hasta los tobillos, un jugo en una mano y en la otra un libro que combinaba con su vestuario. Era nuevo. Su cabello lacio caía a cada parte de su rostro como una cortina y se ondeaba con el viento. Era hermosa.

Me quede mirándola por mas tiempo y verla reír con sus amigos era mi pasatiempo favorito del día.

No se cuanto tiempo la mire fijamente hasta que paseo la mirada por todo el lugar y choco con la mía por segundos que yo corte mirando a los chicos.

Carajo, ¿habrá sentido que la miraban?

La volví a mirar y esta vez miraba su libro mientras comía, miraba de vez en cuando a sus amigos y sonreía a la nada.

—¿A quien miras tanto junior?

Me Sali de mis pensamientos y deje de mirarla cuando recibí un codazo tras el apodo qué me habían puesto por ser hermano de Connor.

—¿Que dices? —pregunte tratando de evadir.

—No te hagas, estabas embobado mirando a alguien, ¿quien es? ¿es linda?

—Cállense.

—A ver —vi como Emiliano miraba donde yo antes mientras apuntaba  con su dedo, como si así fuera a descubrirlo, y dio justo en el blanco o a un lado de el—, no me digas que mirabas a la melliza Wells.

—Oh hermano, no te la recomiendo, sabe karate y cuando intente salir con ella recibí un buen golpe de ella y su hermano.

—Si amigo, ella esta muy por encima de ti.

—Aun que no le quita que este buena, tiene un cuerpazo...

Rodee los ojos escuchándolos y cuando iba a callarlos, Connor hablo.

—El no miraba a Fernanda, miraba a Victoria —lo ultimo lo dijo como si fuera una advertencia.

De inmediato refutaron.

—No amigo, ella menos, es la rara de la escuela.

—No suelta sus libros por nada del mundo —pues eso me enamoro de ella.

—Además de que es una...

—Ya cállense —hable— ustedes no saben otra que decir del aspecto físico de alguien, que les importa si no suelta sus libros, eso no la convierte en una rara.

Un amor salido del libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora