Capitulo 6. Fiesta.

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—Quieres quedarte quieto, Francisco.

Reí cuando me gire y vi ambos hermanos forcejear.

Le quite las pinzas a Fer mientras sostenía a su hermano con fuerza.

—No, no, Victoria. No te atrevas.

—Oye, nos dijiste que querías estar guapo para esta noche, déjanos hacer el trabajo bien.

—Pero eso duele.

—Conmigo no, vamos. Falta todavía la mascarilla.

Quiso o no se dejó y cuando le empecé a depilar las cejas sacó su teléfono.

—La belleza cuesta, pero ¡Aahh!

Sentí el manotazo en mis dedos tirando las pinzas y el salto de Fran mirándome con recelo.

—Que te pasa, eso me dolió. Agresiva.

—Cállate ya hermano. Ven.

Terminamos con el después de una larga pelea. Entonces cuando salió del baño mi amiga y yo lo miramos de arriba abajo.

Traía unos pantalones de mezclilla negros con una playera azul con puntos negros, el cabello despeinado lo hacía lucir como un chico malo. Y lo mejor eran sus cejas bien perfiladas, sus pestañas largas apenas en curva, y con una piel lisa y brillante como modelo de comercial.

—Creo que este tipo secuestro a mi hermano.

—Que ánimos hermana. ¿Cómo me veo?

Dio una vuelta en su propio lugar de forma sexi y juguetona.

—Te vez realmente bien —dije—, las cejas bien depiladas hacen el toque.

—Bueno, mis estilistas son las mejores.

Se acercó a nosotras revoloteando nuestro cabello.

—¡Ash! Odio que hagas eso.

—Bueno, les agradecí mucho chicas, pero este hermoso ser se va.

Se dio media vuelta y tomo su chamarra azul y antes de salir de mi habitación se giro a nosotras que empezábamos a recoger las cosas.

—¿No quieren venir conmigo?

Ambas lo miramos con una ceja elevada.

—¿Nos estas invitando a una fiesta de tipos locos con las hormonas a mil, y que posiblemente no sólo disfruten de la fiesta si no que también consuman sustancias que dañan el sistema intestinal y cerebral?

Mire a mi amiga con extrañes.

—¿Qué? —dijimos su hermano y yo al mismo tiempo.

—Van o no. —pregunto el.

—Ni siquiera estamos arregladas —dijo Fer.

—Y cuando si.

—Todo por eso menos vamos...

—Vamos con el —dije.

Ambos me miraron. Si, yo no era de salir a fiestas, pero lo hacía cada vez que podía. Y hoy... Bueno, dije que pasaría rato sin leer para centrarme en mi amiga y en su hermano y por el momento... Creo que no quería volver a sumergirme en el mundo de la lectura.

—Vamos. Solo deja que nos cambiemos almenos porque nos ensuciamos y bajamos.

Corrí a Francisco de la habitación y fui a mi armario a sacar ropa.

Fer y yo teníamos casi la misma figura. Solo que ella tenía más nalgas que yo, claro que un pantalón mío le apretaría, pero que mas daba.

Fue mala idea lavar su ropa que tenía aquí.

Un amor salido del libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora