Capítulo 11. Corazón de hielo.

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HARRY.

Deje mi mochila en la silla de mi escritorio y me senté en la cama para quitarme los zapatos. Pero mi acción se vio interrumpida cuando mi hermano apareció en mi habitación.

—Qué quieres ahora —pregunte.

—¿Porque?

Lo mire cansado.

—¿Porque qué?

—No te hagas, Harry. Ahora ya estas oficialmente con la come libros.

—Ya te dije que no la llames así.

Me levante y camine a él retando lo.

—Entonces ahora si ya piensas hacerlo oficial. Llevas dos años detrás de ella.

Apreté los dientes tratando de contenerme.

No lo hagas.

—Eso a ti nunca te importo.

—No, hasta que me golpeaste. Que no entiendes, ella nos separó, éramos los mejores hermanos, amigos. Por ella...

Lo tome del cuello y lo estrelle contra la pared.

—Ella no tuvo nada que ver en eso que pasó. Tu fuiste el que hecho a perder todo. Tu, y solo tu, con tus comentarios y tus acciones lo jodiste todo. Así que no trates de echarle la culpa a ella, que no tiene nada que ver en esto.

No me contesto, solo me miró y cuando me hizo soltarlo hablo.

—Veamos cuanto te dura.

Y con eso salió de mi habitación.

VICTORIA.

Pase la página y seguí leyendo. Como odiaba cuando me mandaban hacer un ensayo de un libro, porque lo peor era que se encargaban de que el libro solo estuviera en la biblioteca, qué no estuviera ni en Internet para leerlo, era aquí.

Solté un suspiro y trae de volver a concentrarme en la lectura.

Y como odiaba cuando el libro era uno que no me gustaba.

—Fer, deja de dormir.

Moví el brazo de mi amiga que alzó la cabeza frustrada.

—Odio esto.

—Yo también, pero tenemos que entregar esto, y tu no estas apoyando mucho.

—Sabes que odio leer.

—Vamos, lee.

Tomo el libro y sus ojos se movían por toda la página con aburrimiento.

—Sabes que, necesito información de otro libro, puedes ir por el.

—Bien —se levanto—, nombre.

—Leyes de la historia.

—Qué aburrido. Ahora vuelvo... Pasillo.

—Arriba, creo el siete.

—Bien, gracias.

Me quede en silencio y anote un dato que necesitaba. Dejé el lapicero y volví a leer. Entonces alguien se sentó frente a mi.

El olor a colonia cara y fuerte me hizo darme cuenta en seguida de quien era.

Carraspeo con fuerza y rodé los ojos.

No levante la mirada del libro.

—Si dime, que se te ofrece.

—Solo eso le dirás a tu cuñado.

Un amor salido del libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora