[COMPLETADA]
Kathryn Miles, es una linda chica con una vida desordenada. Tiene un novio que odia, una madre que no le pone ni la menor atención, pero todo esto cambia cuando conoce al hombre.
Aquel encuentro inesperado la llevará a hacer cosas impe...
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KATHRYN:
Está parado a medio metro de donde me encuentro, con una sonrisa despreocupada que me parece hermosa.
—Sí, voy a Londres — respondí tratando de ocultar mis nervios
—Interesante — se sentó frente a mí — ¿Qué harás en la gran ciudad?
Lo pensé por un instante y respondí lo único que era verdad.
—Ser libre — me encogí de hombros
Sonrió y estoy segura de que planeaba decir algo, pero la mesera lo interrumpió.
Le dedicó una sonrisa en agradecimiento, me observaba en silencio. Comí una rebanada de pastel de chocolate y un capuchino que me supieron a gloria, él solo bebía su café de vez en cuando.
—¿Usted es de aquí? — pregunté para romper el silencio
—No, soy de Westminster — negó muchas veces — pero no me hables de usted o me siento viejo
—Lo siento — me reí bajito
—¿También estás de paso? — insistí
—Algo así, es complicado — hizo una mueca
Decidí no preguntar más, parecía un hombre reservado, termine de comer en silencio. Me concentré en eso, aunque bajo la mirada de este hombre, me parecía imposible.
—Tienes... — empezó a hablar, pero no concluyó la frase
Estiró su mano para pasar el pulgar por mi labio inferior, eso fue extrañamente personal.
—Lo siento, tenías chocolate — sonrió y llevo el dedo a su boca
Sentí como si pequeñas corrientes eléctricas atravesaran mi cuerpo, trate de mantener la compostura. No lo conozco de nada, no sé qué intenciones tenga.
—Debo irme — busqué mi bolsa para pedir la cuenta y pagar
—Déjame invitarte — detuvo mi mano
—No, no es correcto— respondí
—Solo para festejar tu libertad — dijo muy entusiasta
Lo miré por un par de segundos y asentí, aunque comenzaba a darme miedo la forma en que me miraba, no pude decirle que no.
Pago la cuenta y juntos salimos de la cafetería.
—¿No tienes frío? — dijo al tiempo que se quitaba su bufanda y la enredaba en mi cuello
—Este es mi auto, no es necesaria la molestia — intenté quitarme la bufanda
