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|3| El trato

Jake

(Actualidad)

- A ver, déjame ver si entendí bien, ¿vale? ¿Lo qué tu me estás diciendo es que me puedes ayudar con el baloncesto, y que a cambio yo tengo que ayudarte con Samantha, una de mis mejores amigas, que por cierto debemos resaltar, te tiene una manía de odio? ¿Estás bromeando? O ¿es que de verdad eres tonto?

Apreté los labios, resistiéndome a poner los ojos en blanco. Negué con la cabeza.

Se quedó en completo silencio, como si estuviera procesando, hasta que comenzó a fruncir el ceño con fuerza y desconfianza. Abrió la boca con cierto asombro, como si algo no terminará de encajar.

- ¿Es broma? - repitió, esta vez más arisca -. ¿Hay alguna cámara por aquí...

Aunque creí que eso de la "cámara" era una manera para mostrarse reticente al tema, me sorprendió mirando a su alrededor buscando las supuestas "cámaras".

- Estoy hablando en serio - dije.

Necesitaba que ella viera que iba en serio, y que nada de lo que le estaba proponiendo era una broma o juego.

Apoyé los codos sobre la mesa y me incliné un poco.

- Tienes que estar jugando - me dijo, u ordenó, poniéndose de pie.

La había llevado (o insistido a tal punto de que casi podría decirse que le rogué) a una pequeña cafetería que quedaba a una calle de la preparatoria luego de salir de clases para hacerle la propuesta y esperar confiado a que se lo tomase de la mejor forma posible.

Yo se que sonaba horrible, que tenía absolutamente todas las de salir mal, y que había muchas pero muchas probabilidades de que Luk me mandase al carajo, como supuse estaba a punto de hacer justo ahora.

- Siéntate - pedí amablemente, señalando en lugar que acababa de dejar vacío.

Con mala cara, lo hizo, cruzando los brazos sobre el pecho, dejando muy en claro su inconformidad.

- No es una broma - repetí de nuevo, al notar sus claras intenciones de seguir protestando.

Cerró los ojos unos segundos y los volvió a abrir, pero está vez había algo distinto. Ya no estaba la sorpresa de antes en sus rasgos, ni esa duda o vacilación de hace poco.

Se le veía indiferente, fría y arisca... como un gato.

Eso era.

Esta chica era como un gato, de esos negros con ojos verdes que sacaban las garras a la primera y que le gruñian a todos.

Ahí estaba la misma chica que veía todos los días en clases.

.
.
.
Luk

Ladeé la cabeza y chasqueé la lengua.

¿Seguía dormida? Sospechaba que sí. Porque os juro que no me lo podía creer. ¿De dónde había salido éste? ¿Estaría borracho? A ver, yo no tenía mucho en su contra, salvo un leve rencor, vale, un gran rencor, por lo de Sam, pero aparte de eso no lo conocía de nada.

Pero en la vida habría esperado que me dirigiera la palabra. Y menos para pedirme ayuda y ofrecerse a hacerle de entrenador privado.

Después de haber salido corriendo (huyendo más bien) a encerrarme en el primer baño que encontré, tuve que esperar una hora más a que Sam y Anna me comenzarán a llamar para saber dónde estaba y poder irnos. Y a la mañana siguiente el niño Walker había tratado de interceptarme en la preparatoria.

Cuando el mundo caigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora