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Lander

El domingo ni siquiera salió de su habitación. Durmió todo el día y mi madre tuvo que ir a despertarla a la fuerza para que comiera algo. Escuché los gritos de ambas desde la cocina.

El lunes la historia continuó, pero de peor forma. Como mis padres ya se habían ido a trabajar, Ainara tomó la oportunidad como un incentivo para faltar a clases.

Miles me preguntó por qué su hermana mayor faltaba tanto a la preparatoria y yo me resistí a darme de cabezazos contra la encimera.

El martes Ai sí fue a la escuela, pero se saltó al menos cinco clases y volvió temprano a casa por lo que me contó Miles, que al estar en la primaria, siempre volvía primero que nosotras.

Cuando llegué de la escuela, Mili estaba sola en la cocina con un bol de cereales repleto mirando dibujos animados en el portátil, y Ainara estaba encerrada en su habitación dormida.

Toqué la puerta hasta que la muñeca me ardió.

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Cuando el mundo caigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora