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|11|Una clase de química y un par de notitas

Luk

En clase de Química, mientras intentaba sin mucho esfuerzo no quedarme dormida y mantener toda la atención posible en el pizarrón, observando rayones que no entendía y explicaciones que me daban dolor de cabeza, cayó un papelito doblado en cuatro sobre mi pupitre.

El sueño se me espanto casi de inmediato y miré sobre mi hombro, aburrida, esperando encontrarme con la cara sonriente de Anna, que a veces tenía la costumbre de que cuando se cansaba de las clase me escribía mensajitos para contarme algún chisme. Todas las clases las teníamos juntas. Sam, a diferencia, apenas compartía con ambas unas pocas.

Sin embargo, Anna estaba dormida, aunque no se notaba mucho por las gafas de sol, y era Jake el que me sonreía con inocencia desde unos lugares más atrás. Apuntó al papelito con la cabeza y yo negué frunciendo el ceño con intensidad. Pero ¿qué pasaba con él? ¿Acaso se quería que el profesor nos sacara de la clase si nos descubría mandándonos ñoñadas?

Uy, ahora la niña es muy responsable.

Tomé el papel y lo metí dentro de una de las bolsas delanteras de mi mochila, y luego volví a recostar la cabeza contra la superficie de la banca, intentando ignorar la punzada que me pedía que leyese el dichoso papel.

Cerré los ojos un momento, y poco después sentí algo golpeando mi mejilla.

Abrí los ojos de golpe y tomé el nuevo papelito que había terminado sobre el borde de mi libro abierto, y lo guardé en la mochila junto con el otro.

Cuando Jake lanzó el quinto no pude más, perdí definitivamente, y la curiosidad ganó abiertamente.

Tenía que ver que ponía, ¿no? Podría ser importante.

Eso ni siquiera te lo crees tu.

Abrí el papel, observando de reojo a mis lados, especialmente al profesor para asegurarme que no estuviera mirando en mi dirección y arriesgarme a que me llamara la atención, pero estaba bastante ocupado riñendo a alguien en el frente por haber dicho una grosería.

El papelillo ponía:

"¿Seguimos teniendo un trato?"

Arranqué un trozo pequeño de una hoja, escribí una respuesta rápida y se le mandé con una compañera que estaba sentada detrás de mí, que aunque me hizo el favor, me puso mala cara.

Miré como él lo abría despacio y una de las comisuras de su boca de alzaba levemente.

El papel decía que "no", pero ambos sabíamos que era un .

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Cuando el mundo caigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora