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|19| Caída libre

Luk

Con los años había llegado a cierta conclusión que me desquiciaba en ocasiones, algunas veces muy específicas:

La gente siempre parecía empeñada en no hacerme caso e ignorar mis sugerencias.

Como cuando le pedí silencio a Lander para que no le contará a nuestros padres que había manchado de pintura la camisa blanca del uniforme de Miles y esa misma tarde fue y les dijo todo en la cena.

O como cuando le dije a Samantha que hiciera silencio cuando fuese a recogerme en la madrugada, e hizo todo menos eso y tocó en claxón tan alto que mis padres se asustaron y quisieron llamar a la policía. O ya siendo más profundos, cuando le dije a mi abuela Yena que el rojo le quedaba espantoso y que mi madre odiaba ese color, y se puso un vestido de ese mismo tono para el cumpleaños de mi madre, que se vivió la noche entera a punto de darse de golpes con cualquiera.

Así que debería sentirme orgullosa de que alguien tomó mi sugerencia de primeras. Tanto así como para no volver ni a dirigirme la mirada.

Y daba igual. O no... tanto, al menos. Había una sensación en la boca del estómago que no me dejaba en paz. Era como si en lugar de sentirme mejor, estuviera perdiendo algo. Y eso era patético por tres cosas: la primera es que no se puede perder lo que nunca tuviste; la segunda es que las personas, o los colegas mejor conocidos como amigos o compis no son de nadie; y la tercera es que más bien... ya había perdido.

Perdido una especie de amigo.

Pero era ridículo, ¿vale?

Ni siquiera éramos amigos.

Solo me había buscado para que le ayudase con Samantha, como había dicho Anna a fin de cuentas.

Aunque tampoco tuve mucho tiempo para pensar en eso. Tenía cosas más importantes en las que concentrarme y por las cuales despotricar un insulto tras otro. Como los malditos deberes. ¿Desde cuándo eran tan complicados, eh? ¿Y por qué los profesores se empeñaban con uñas y dientes en dejar tantos, a tal punto de que al día siguiente perdíamos la clase revisando quién cumplió con la tarea o no?

¿Perdíamos, querida?

Y como si eso no estuviera matandome las bastantes neuronas, mi madre estaba molesta a niveles infinitos y que rozaban lo peligroso. Alegaba que otra vez estaba yéndome en pique como cuando tenía quince... Que era mi culpa por no estar tomándome los medicamentos... Qué necesitaba la terapia con urgencia... Que estaba arruinando mi vida. Y bla bla. Estaba echándome en cara todo. Hasta el aire que respiraba.

Papá, por otro lado apenas me dirigía la palabra, y era más bien de estar decepcionado, y quizá era eso lo que más me dolía. Odiaba decepcionarlo. Y odiaba que mi madre me mirara de esa forma, como si fuese un desastre que no paraba de equivocarse y echarlo a perder todo.
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Hola, ¿como estais?

Bueno, primero que nada este capítulo me parece importante por un par de cosas cosas: la número uno es que notamos la decepción que siente Luk por alejarse de Jake cuando podrían haber sido más que alidos y ser amigos. Y la segunda es que hay algo raro en el comportamiento de ella ¿no? ¿Lo notaron?

Dejad les explico entonces si la respuesta es dudosa o un negativo. Esta demasiado irritable, a tal punto de que cualquier cosa le molesta, como los deberes o que su madre insista tanto con el tratamiento.

Más adelante podremos abordar el tema de la "terapia" y entender por qué la madre de Luk está tan desesperada porque su hija no está haciendo nada por mejorar su situación.

Cuando el mundo caigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora