𝐏𝐈𝐄𝐋 𝐂𝐀́𝐋𝐈𝐃𝐀 - ᴘᴀʀᴛᴇ ɪ

capítulo uno

La pequeña Swan.

En la sala de emergencia de Forks normalmente no pasa nada grave, así que estaba concentrada en rellenar las hojas de atención con todos los datos que recordaba.
Levanté la vista cuando oí las sirenas acercarse, la ambulancia había salido y no me di cuenta. Dejé lo que estaba haciendo y esperé junto a la puerta a que ingresaran con el herido. Las puertas se abrieron, una camilla estaba siendo empujada por un paramédico, comencé a caminar a su lado cuando vi a la chica de la camilla, tenía su rostro enrojecido y cerraba con fuerzas los ojos, tenía mucha vergüenza o era un problema cardíaco.

—¿Qué sucedió? —pregunté, llegamos a la sala de atención y la dejó en la camilla de la sala, el paramédico se acercó a mí.

—Chica de dieciséis años, caucásica, estuvo en un accidente vehicular, con posible trauma en la cabeza.

—¿Iba conduciendo? —pregunté.

—No, el otro chico iba conduciendo, ella fue aplastada por la furgoneta —dice él, se va y pestañeo varias veces para volver en mí, me acerqué donde la chica para verla estaba completa y parecía mover bien sus extremidades, ella dejó de apretar sus ojos y un color más pálido apareció en su rostro, parecía ser su color natural.

—Tengo diecisiete y la camioneta no me aplastó —dijo al verme, su voz era débil pero no parecía mentir ni sentir dolor alguno, sonreí leve y asentí.

—Eso se ve perfectamente, pero creo que debo hacerte unas pruebas, necesito saber si tu presión está bien o tu pulso —digo al tomar mis instrumentos de una mesa cercana, ella suspira y se sienta en la camilla.

—¿Por qué mi pulso? —preguntó.

—Porque te ves muy pálida —ella guardó silencio, pero se mordió su labio inferior, parecía hacerlo muy seguido.
Puse el tensiómetro alrededor de su antebrazo, ella hizo una mueca cuando empezó a inflarse y apretarle.

—Tranquila, acabará pronto —dije, observándola ella hace una mueca y sonrío—. Supongo que ya no me recuerdas. No lo dudo, eras tan solo una niña la última vez que viniste a Forks —sus ojos marrones se posaron en mí y sonreí.

—¿Eres Lisa? —preguntó algo dudosa, reí leve.

—Liesa en realidad, pero los niños siempre buscaban el nombre más fácil de decir —vi su presión y pulso, estaba todo bien así que quité el tensiómetro y lo dejé en la mesa anterior. En ese momento la puerta de la habitación se abre y dejan a otra persona en la camilla de al lado, era un chico y tenía un vendaje en su frente con algo de sangre en él, otro médico llegó para atenderlo.

—¿Mismo accidente? —pregunté al ver a Bella

—Sí, pero creo que debieron traerlo a él primero.

—Es verdad, parece más herido, sin embargo, hay cosas que no se pueden ignorar, como el hecho de que Charlie se moriría si algo te sucede —dije al verla, ella pestañea varias veces y suspira, acomoda su cabello y yo anoto su presión y pulso en una libreta.
La puerta se abre de golpe y veo a Charlie ingresar a la habitación llamando a su hija, se va acercando donde ella no sin antes decirle al otro chico que "hablará con él después".

—Estoy bien papá, cálmate —responde Bella a Charlie.

—Bella lo siento, intenté parar —dice rápidamente el chico herido.

—Lo sé, está bien —contesta Bella, sin embargo, Charle de inmediato le responde.

—No, créeme que no está bien. Despídete de tu licencia —sonreí inconscientemente, un hombre que casi lloró de felicidad cuando su hija le habló después de mucho tiempo por supuesto que va a reaccionar así ante un accidente.

—Charlie, está bien, todo va bien —dije, él asiente y ambos, padre e hija se hablan entre miradas. Es entonces que la puerta se vuelve a abrir y la voz del Dr. Monster inunda la habitación.

—Oí que la hija del jefe está aquí —dice al avanzar hacia Charlie.

—Ah, doctor Cullen.

—Charlie —el Dr. se acerca a mí y estira su mano hacia la libreta de datos del paciente, lo miré algo confundida, ya que en todo el tiempo que he estado aquí él nunca se acercó a mí, mucho menos después de que le dije que se alejara. Él sabe que lo odio—. Yo me encargo, Anneliese —el Dr. me observa y sonríe, sentí una sensación de presión social al ver los ojos de Charlie y Bella en mí, así que entregué las notas y me hice a un lado— Isabella.

—Bella —lo corrige.

—Bueno, Bella. Esa caída fue fuerte ¿Cómo te sientes? —Carlisle saca una linterna y ve la reacción de las pupilas de Bella—. Podrías experimentar estrés postraumático o desorientación, tus signos vitales están bien. Y no hay lesión en la cabeza, creo que vas a estar bien.

—Bella, en serio lo siento, perd- —antes de que el chico de al lado termine de hablar, Charlie mueve la cortina y crea una división entre ambos.

—Pudo ser peor si Edward no hubiera estado ahí. Él me salvó —mis ojos pasaron de Bella a Charlie y terminaron en el Dr. al oír aquello.

—¿Edward? ¿Tu muchacho? —preguntó Charlie, cerré los ojos y apreté mis labios cuando vi la expresión del Dr. Monster. Era obvio que algo era extraño, de seguro el "hijo" de los Cullen se exhibió.

Esto puede ocasionar problemas.

—Sí, fue muy impresionante, cómo llegó tan rápido —decía Bella sin quitar la mirada al Dr.—, no estaba cerca de mí.

Así que ocupo sus "habilidades" en público.

—Cuando se viven escenas traumáticas o mejor dicho cuando tu mente cree que vas a morir la memoria falla —digo, los ojos de los tres presentes me observan, evito mirar al Dr. y solo me dirijo a Bella—. Es algo que tiene la mente humana, distorsiona la realidad y quizás algo que viste lejos estaba cerca y te cuesta recordarlo como es originalmente.

—¿La mente te engaña? —preguntó Bella confundida.

—Sí, es horrible, pero podemos verlo en diferentes libros de la psiquis humana, desde lo básico a lo más complejo —sonrío al verla, ella pestañea un par de veces y frunce el entrecejo, entonces asiente.
El Dr. se va y veo que se llevó mi libreta, suspiro y lo sigo por el largo pasillo, solo entonces vi que su "hijo" estaba esperándolo, hablaron algo y después el chico se fue con otra de ellos, una rubia. El Dr. quedó solo y me acerqué a él—. La libreta, aún faltan pacientes por anotar —dije al estirar la mano, él me la entrega y armándome de valor levanto la mirada a sus ojos. Trago saliva, su belleza es abrumadora y su sonrisa cálida lo es más.

—Gracias —dijo suavemente, apreté mis labios y tomé la libreta, un rastro frío quedó en ella. Él no está vivo. No es humano.

—Ambos tenemos algo en común, no queremos que nadie se entere de esto —digo, mis palabras salen con veneno, pero él sigue sonriendo y siendo cálido... No, alguien muerto no puede ser cálido—. No vuelvas... —me observa— No vuelvas a hacer eso, si estoy con un paciente no me lo quites. Y yo no lo haré contigo —dije torpemente, fruncí el ceño ante esta reacción mía y simplemente me fui.