epílogo

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Estoy en un lugar extraño, pero hermoso, es como el prado de antes, pero ahora todo es dorado, hasta las hojas de los árboles, me giro y veo a una mujer hermosa sonriendo, tiene el cabello negro y lacio, sus ojos son suaves y alargados, es de tez morena y posee un maquillaje que reconozco es de las tribus antiguas.

—Ngen-mawida, has vuelto a nosotros —dijo, asentí. Ella estiró su mano a mí, tocó mi mentón y sonrió suavemente—. Pero, aun así, no te quieres quedar. Has vivido mucho con ellos como para volver, así como así.

—¿Qué? —pregunté, ella sonrió casi maternal.

—Has elegido tu camino —me giré y vi a Harry, este sonreía ampliamente.

—Él te está reclamando —dijo la mujer—. Lo siento, cuando comience el cambio, no podré evitar el dolor, pero estaremos contigo, siempre.

—Y con tus hijos —dijo Harry. Iba a comentarle algo cuando un dolor me envolvió el cuerpo, me paralizó y solo podía gemir, era algo tan atormentador y doloroso que no creí soportarlo, lloré de dolor e intenté moverme, pero algo o alguien me sostenía, oí su hablar en medio del dolor.

—Por favor —decía suplicante, cerré con fuerzas los ojos y me aferré a sus brazos que me abrazaban.

Lo hice hasta que dejó de doler.

Y cuando dejó de doler, nuevas cosas aparecieron, nuevos olores, nuevas sensaciones, todo se volvió nuevo.

Sentí incluso que volví a nacer.

—Anneliese —me llamó, su voz era más dulce que de costumbre, abrí mis ojos y vi a mi alrededor, la luz que ingresaba a través de las nieves iluminaba el pastizal del prado, parecían hilos dorados, mis ojos no dejaban de ver detalles que antes no podían apreciar, entonces el abrazo que me sostenía se deshizo, me giré y lo vi, su perfecto rostro estaba cerca del mío, me abrazó con fuerza y me besó en la mejilla, en la sien, en el hombro, en todos lados, pero no dejaba de sollozar.

Es extraño, pero ya no lo sentí frío, más bien parecía que teníamos la misma temperatura, le acaricié el rostro cuando se alejó un poco y sus hermosos ojos me reflejaban, mi mano se detuvo cuando vi mis ojos rojos como la sangre.

—Perdóname —dijo en un sollozo ahogado. 

𝐏𝐈𝐄𝐋 𝐂𝐀́𝐋𝐈𝐃𝐀 - ᴘᴀʀᴛᴇ ɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora