Chapter 7

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El largo torneo ya había terminado, ahora era tiempo del festín.

Rhaenyra, obligó a su hermana a cambiarse el vestido, ya que el que traía puesto se ensució con sangre de alguien. Rhaella le dijo que tal vez pasó por al lado de algún caballero moribundo. Pero claramente ella sabía de quién era la sangre.

Eligió un vestido rojo con bordados dorados y un escote pronunciado, pero no al punto de ser revelador.

Apenas entró al salón todos le aplaudieron, ella solo se limitó a sonreír e ir directo a la mesa donde se encontraba su familia y los Hightowers.

Había una mirada en particular de cierto caballero que no se despegaba del caminar de la princesa. Se veía hermosa. Cada vez que escuchaba que los Targaryen tenían una belleza única, que no podía ser comparada, no lo creía. Hasta el día en que la conoció a ella, la Princesa de la Belleza.

Viserys, por otro lado, se acercó a su hija con los brazos abiertos y le habló al oído.

— Perdoname, hija mía. Fui muy duro contigo. Jamás debí hacerte a un lado. Te prometo que de hoy en adelante seré un mejor padre para tí.

A Rhaella se le escapó una pequeña lágrima, por fin la cosas con su padre se habían arreglado.

— Gracias, padre. — le dijo mirándolo a los ojos con cariño y ternura.

Viserys sonrió y se apartó de su hija para poder unas cuantas palabras.

— Gracias a todos por venir hoy al onomástico de la princesa Rhaella. En gratitud, le ofrecemos a nuestros invitados este festín, con mucha comida y por supuesto, vino!

Los invitados vitoriaron y alzaron sus copas por el regocijo.

De pronto, en la mesa principal se les acerco un hombre, de cabello oscuro, ojos negros y alto. Un Stark.

— Sus majestadades. Princesas. — inclinó la cabeza en modo de reverencia.

— Tu debes ser Rickard Stark. — acertó Viserys. — Tu padre jamás me dijo lo alto que eras, muchacho. Dime, porque tu padre no está aquí, contaba con la presencia de los dos Starks, no uno.

— Mi padre no pudo asistir por problemas de salud, así que vine en su representación.

— Ah muy bien. Eres muy bienvenido en la fortaleza roja, muchacho.

Rhaella no entendía porque su padre era tan gentil con quien acababa de conocer.

— Gracias, su Majestad. Esperaba poder pedir un baile con la princesa Rhaella. Si es que ella acepta, claro.

Rhaella se tardó en comprender, pero no era tonta. Recordó el día en el que la mano del Rey le dijo que sería la opción perfecta para el heredero de Winterfell.

Inadmissible Love || Criston Cole Donde viven las historias. Descúbrelo ahora