Rhaella Targaryen, la famosa princesa de la belleza. Así la apodaron la gente del pueblo, y con bastante razón, todos caían bajo la mirada de la hermosa princesa, tanto así que ni siquiera su protector jurado resistió a sus encantos, el hombre que n...
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Rhaella estaba sola en Desembarco del Rey. Rhaenyra tuvo que ir a Bastión de Tormentas a elegir un hombre digno de su mano.
La princesa lo único bueno que sacaba de la situación es que Jackson Whale estaba lejos de ella. Desde que se enteró que la estaba espiando, caminaba para todos lados con sir Criston y jamás sola.
Desde el día en el bosque, la princesa y Criston se han acercado aún más. Los dos suelen abrazarse, y decirse cumplidos, sobre todo Rhaella. A pesar de que saben que no pueden llegar más allá, son felices estando cerca uno del otro.
[...]
Era una linda mañana en la fortaleza roja.
Camille fue a despertar a la princesa, ya que Rhaella pidió estrictamente que no quería que otra criada entrara a su habitación a excepción que sea ella.
— Princesa, despierte, es un hermoso día.
— Mhm... cinco minutos más.
— Si le llegara a dar cinco minutos, dormirá por tres horas más.
— Está bien. Voy. ¿Sir Criston está afuera?
— Sorprendentemente no, princesa. Le voy a preparar su baño.
Rhaella sólo asintió con la cabeza. Se le hizo extraño que Criston no estuviera afuera como siempre.
— Ya está listo, princesa. Venga.
Rhaella se quito el camisón y se metió a la bañera con el agua caliente.
Mientras Camille le ayudaba a pasar la esponja por su cuerpo, Rhaella le hizo una pregunta.
— Camille, ¿tú sabes que es lo que hacen los hombres para divertirse?
— Bueno, ellos suelen hacer muchas cosas. Por lo general si les gusta pelear, entrenan o participan en los torneos. Y si están estresados, van a los burdeles a liberarse.
— ¿Y sabes a qué burdeles suelen ir?
— A los de la calle de la Seda, princesa. No es por hablar mal, pero su tío Daemon era un conocido cliente de los burdeles del lugar.
— No te preocupes, no sabía que burdeles frecuentaba, pero si que era una de sus actividades más usuales.
— ¿Por qué me pregunta todo esto, princesa?
— Solo quiero saber... unas cuantas cosas antes de casarme. — mintió descaradamente.
— Oh, entonces estaré feliz de ayudarla, princesa.
— Si es así, dime, ¿Como hago feliz a un hombre? Verás, no quiero llegar al día de mi noche de bodas sin saber absolutamente nada. — volvió a mentir.
