Rhaella Targaryen, la famosa princesa de la belleza. Así la apodaron la gente del pueblo, y con bastante razón, todos caían bajo la mirada de la hermosa princesa, tanto así que ni siquiera su protector jurado resistió a sus encantos, el hombre que n...
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Los días en Desembarco del Rey pasaban más rápido de lo normal. Ya pasaron cinco días desde el matrimonio de Rhaenyra y ahora solo faltaban cuatro para el de la princesa menor.
La boda de Rhaella se acercaba cada vez más. Ella creyó que con los acontecimientos en la boda de su hermana, tal vez la de ella se retrasaría. Pero estaba equivocada.
Muchas cosas habían pasado desde la boda. Los torneos se suspendieron y las celebraciones también.
Alicent estaba encinta otra vez. Ahora sir Jackson estaba bajo la protección de esta y su lealtad le pertenecía a ella.
Ahora se encontraba en los aposentos en donde se estaban alojando Lord Stark y su esposa hasta el día de la boda.
Fue especialmente para conocer al pequeño Cregan. Un niño perfectamente adorable.
- Es hermoso. - dijo Rhaella mientras le hacía caras al bebé de apenas dos meses.
- Mi nieto será igual o más hermoso si va a tener una madre como usted, princesa. - dijo Lord Stark en forma de cumplido.
Rhaella sólo le dió una sonrisa incómoda.
- Me halaga, Lord Stark. Sin embargo, puede que sea una niña. Uno nunca sabe. Pero bueno, aún no estoy casada y estamos hablando sobre hijos.
- Y tienes toda la razón, Rhaella. - se unió a la conversación Rickard tratando de evitar la incomodidad. - Ven, vamos a dar un paseo.
Rhaella le entrego el bebé a su madre. Agarró el brazo de su prometido y salieron de ahí lo más rápido que pudieron.
Al alejarse de la habitación, se rieron en conjunto.
- Perdona a mi padre. Quiere que apenas nos casemos tengamos un hijo de inmediato. Debe ser por mi edad.
- No te preocupes, lo entiendo.
Los dos llegaron a uno de los jardines que tenían vista al mar.
Rickard, sabía que ésta era la oportunidad para decir todo lo sentía por La princesa de la belleza. Tomó sus manos y habló.
- Rhaella, quiero obsequiarte esto, en demostración a mi afecto y sentimientos por tí.
Dentro de su chaqueta sacó un anillo. Era de plata y contenía pequeños diamantes más brillantes que el cabello de los Targaryen.
- Rickard... me halagas, pero no entiendo... ¿por qué...?
- Porqué estoy enamorado de tí. Este anillo, era de mi madre. Después de su muerte, me prometí a mí mismo que se lo daría a la mujer que amaría. Y aquí estoy. Dándotelo a tí.
Rhaella no supo como reaccionar. Claramente ella sabía lo que Rickard sentía por ella. Pero jamás pensó que se lo fuera a confesar antes de su matrimonio y menos con algo tan preciado para él como el anillo de su difunta madre.
