18

846 112 8
                                    

Constantinova había esperado a su hermana, dejando que los semidioses que la acompañaban se adelantaran, la sujetó de su antebrazo y ejerciendo fuerza corrió junto a ella ayudándole con su peso. No lo había dicho, pero Nova sabía que Ladón la había lastimado, solo esperaba que cualquier daño haya sido superficial.

—¿Qué es el monte Othrys? —preguntó Percy.

—La fortaleza de los Titanes —respondió con voz queda, Zoë—. Durante la primera guerra, Olimpia y Othrys era las dos capitales rivales. Othrys era...

No pudo terminar de explicar, cuando se detuvo soltando un quejido y haciendo una mueca. Constantinova se inclinó en su dirección con la intención de revisarla, pero Zoë dio un paso hacia atrás deteniéndola.

—Estas herida —afirmó Percy—. Déjanos ver, Nova puede curarte.

—¡No! No es nada...

—¿Cómo no va a ser nada? Zoë, aparta tus manos de tu costado, no tomará más que unos minutos hacerte un vendaje, no puedo dejarte en ese estado.

—Se que es tu deber como médico, parte del juramento... pero en verdad, no es nada —aseguró, esforzándose por sonreír pese al dolor—. Decía que, en la primera guerra, Othrys fue arrasada y destruida.

Zoë siguió hablando bajo la mirada severa que le proporcionaba su igual. Constantinova por mucho que quisiese ayudarla, no podría hacer nada si su hermana no se lo permitía.

—Pero... ¿Cómo es que sus restos están aquí? —Alcanzó a escuchar a Percy, antes de darse la vuelta y caminar en un eje alrededor de ellos, inspeccionando el lugar.

Analizaba los restos que yacían sobre el suelo, y lo poco que alcanzaba a distinguirse bajo la noche. El viento surcaba en torbellinos, formando las espesas nubes que se cernían sobre ellos.

A un extremo de donde se encontraban, los mechones pelirrojos y el vestido plateado característico de la diosa, ahora hecho jirones, sobresalían. La diosa se encontraba sosteniendo el peso del mundo.

Tanto Zoë como Constantinova tuvieron la intención de acercarse, pero sus pasos se detuvieron por la petición de la inmortal. El estado y la voz frágil de la diosa le provocaba inquietud, sin hacer caso a sus órdenes, ambas cazadoras se acercaron a la figura de su protectora, intentando inútilmente liberarla.

—¡Ah, que conmovedor! —Sobresalió una voz detrás de ellos.

Constantinova se giró, dándole la espalda a las doncellas para tomar cierta postura de ataque. El general se encontraba con Annabeth y Luke en cada uno de sus lado, junto a varias dracanenae.

—Luke, suéltala —rogó Thalia.

—Esa decisión está en manos del general, Thalia, pero me alegra verte de nuevo.

—Ya vemos en que ha quedado esa vieja amistad, y en cuanto a ti, Zoë, ha pasado mucho tiempo.... ¿Cómo está mi pequeña traidora? Voy a disfrutar matándote.

El momento que tanto había estado deseando que fuera distinto comenzaba a acomodarse. Nunca había odiado tanto las misiones como en ese momento. Sus nudillos se tornaron blanquecinos, a la par que su quijada se tensaba y sus cejas se fruncían.

Las cosas no presagiaban nada bueno, y estaba dispuesta a luchar y hacer lo imposible para evitar lo imposible, aun si tuviese que dar su vida con tal de asegurar la de su hermana.

—Un momento... —intervino Percy—. ¿Tú eres Atlas?

—Así que hasta el más estúpido de los héroes es capaz de hacer una deducción. Si, soy Atlas, general de los Titanes y terror de los dioses. Felicidades. Acabaré contigo enseguida, tan pronto me haya ocupado de esta desgraciada muchacha.

𝗚𝗿𝗲𝗲𝗸 𝗧𝗿𝗮𝗴𝗲𝗱𝘆 ¹ | PJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora