No midió el tiempo que permanecieron a solas hasta que el resto de los consejeros las acompañaron aguardando a que Annabeth volviera con Percy; fue el semidiós quien dio la orden para separarse y defender Manhattan.
El ataque parecía funcionar de la manera que tenían pensada, se habían dispersado, en medio de flechas y filos de espadas, Constantinova atizaba golpes a sus contrarios con su espada.
El fuego griego había eliminado a la mayoría de los monstruos, desvaneciéndolos y minimizando sus figuras en polvo, había logrado adentrarse en medio de ambos, donde impedía que varios lograran entrar a donde los semidioses defendían.
Su rostro se encontraba sereno, analizando cada mínimo detalle y moviéndose con gracia antes de permitir que un arma la tocase, podía sentir el ardor del dorso de sus costillas arder al mismo tiempo que sentía su playera pegarse a su piel.
Su cabello negro, antes atado en un trenza ahora se batía en el aire con cada movimiento suyo, ondeándose y pegándose a su rostro con la fina capa de sudor que la cubría.
Alzó su rostro cuando escuchó el golpe seco sobre el asfalto, el cuerpo de Percy se colocó de pie, sin ninguna molestia, a lo lejos divisó la imagen de Hiperión, acercándose peligrosamente a donde el semidiós estaba.
El clima había empeorado, acoplándose a la escena que se llevaba a cabo metro por debajo de los cielos, que ahora permanecía cubierto por espesas nubes grises y viento gélido.
—¡CONSTANTINOVA, NO! —escuchó lejanamente, ignorando por completó al plantarse de frente al titán.
—¡Muchacha estúpida! —bramó con una sonrisa satisfactoria en su rostro—. Al menos tu si tienes el honor de pelear en tierra.
—Veremos cuánto dura esa sonrisa en tu rostro —rezongó, escudriñándolo mordazmente.
—Nova, hazte a un lado —pidió, pero había sido demasiado tarde.
El titán arremetió contra ella, casi al mismo tiempo en que ella rodaba por debajo, rozando su espada a lo largo de su costado, donde ahora surcaba un rastro vivo de su sangre.
La tormenta parecía colocarse en concordancia, resonando en el suelo truenos de manera violenta, iluminando el cielo en tonos violáceos, algunos monstruos se vieron obligados a retroceder, intimidados de la violenta tormenta que parecía acecharlos.
—¡Detenlo! —rugió el titán, entre quejido por su reciente herida, permaneciendo a espaldas de la azabache—. ¡Detén ese viento!
Al girarse, Nova encontró a Percy sostenido por un huracán, rodeado de vapores y viento que azotaba el pasto violentamente. El titán hacía un esfuerzo por hacerle frente, encarándolo con dificultad.
—¡Percy! —gritó Grover—. Tráelo hacía aquí.
Con algo de esfuerzo, Percy logró arrastrar al titán a donde Grover pedía, extinguiendo las llamas que inútilmente formaba. Nuevamente un trueno había rebotado en el suelo, cayendo violentamente a donde un grupo de empusas se acercaban, dejando en un eje de 5 metros de radio sus figuras hechas polvo.
Los monstruos atrás de ellas minimizaron su paso, retirándose avergonzadamente del campo de batalla. Grover se llevó la flauta a su labios al igual que otros sátiros, logrando abrir el suelo y que raíces comenzaran a enroscarse entre las piernas del titán.
Hiperión vociferaba, observando con violencia e ira a Percy, que permanecía expectante a lo que los sátiros hacían, se encontraba cansado junto a una respiración apenas acelerada.
Constantinova se encontraba a su lado, con un rostro inexpresivo y frío al observarlo quejarse al ser tragado por las ramas, sentía su costillas quebrarse, sometiéndose casi a sus órganos de manera que le hacía tener la sensación de faltarle aire.
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𝗚𝗿𝗲𝗲𝗸 𝗧𝗿𝗮𝗴𝗲𝗱𝘆 ¹ | PJO
FanficUn augurio predicho a voces, una promesa divina destinada a convertirse en desgracia. La campeona y arma de los dioses, temer, que el ángel destructor traerá consigo su destrucción.