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Depositó un beso en su coronilla separándose lentamente de ella, lograba sentir una fuerte presencia divina, alertándolo. Constantinova lo había notado, frunciendo el ceño y mirando a su alrededor por inercia.

Hermes rodeo sus hombros al mismo tiempo que sujetaba su mano, haciendo que ambas figuras temblasen en el aire y aparecieran frente a los tronos de los olímpicos, donde un grupo amplio de semidioses aguardaba junto a Hestia.

—Sabemos lo que quieren —alzó la voz duramente.

—Ahora debo dejarlos —anunció Hestia, desapareciendo a los pocos segundos.

—Percy...

—¿Nova?

Ambos murmuraron en un hilo de voz, mirándose fijamente como si de un fantasma en vida se tratase. Constantinova esbozó una amplia sonrisa, corriendo hasta donde Percy para estrecharlo entre sus brazos.

El semidios había sonreído ladinamente, de igual manera que ella, le costaba creer lo que veía, le había correspondido su gesto levantándola ligeramente del suelo. La mirada de los presentes los seguía, observándolos expectantemente.

El rostro de Hermes se había endurecido drásticamente, mirando con firmeza al semidios enfrente suyo, quien se encontraba abrazando a Constantinova por la cintura.

Al separarse, Constantinova golpeó con rudeza su hombro, negando para si misma, con el ceño fruncido, acto seguido, había vuelto a abrazarlo, un nubarrón de emociones le golpeaba.

—¡Creí que estabas muerto!

—Tu estabas muerta... ¿Cómo...

—¿Qué te pasó?

—¿Por qué... ¡Nova!

Un carraspeó volvió a ambos a la realidad, saliendo del trance en que ambos se encontraban, Annabeth observaba con el ceño fruncido a Percy, al encontrarse con los orbes oscuros de su hermana, le devolvió el saludo con un simple asentimiento de su cabeza.

—Hola Percy —saludó Hermes con desdén, escudriñándolo con su mirada.

Percy se removió incomodo, obligándose a rendir una reverencia torpe, bajo la intensa mirada de Nova y Hermes, uno a lado del otro, semejantes a dos entidades divinas, pese a que la semidiosa no era más que una mortal como ellos.

Constantinova tenía una fuerte presencia, su mirada por si misma lograba intimidar sin siquiera intentarlo, sus orbes marrones observaban a uno calculadoramente, que daba la impresión de saber la manera exacta de deshacerse de uno y descubrir todos tus secretos con una sola mirada.

—Humm, Hermes —articuló—. Tenemos que hablar con Zeus. Es importante.

—Yo soy su mensajero —repuso—. ¿Quieres darme un mensaje?

Constantinova alzó la vista, divisando rostros conocidos entre el grupo de semidioses que aguardaban por su líder. El rostro animado de Will Solace sobresalía en medio de varios rostros ensombrecidos, la semidiosa le sonrió, obteniendo como respuesta una sonrisa más amplia que la suya.

—A ver, chicos —llamó su atención—. ¿Por qué no exploran la ciudad? Revisen las defensas, miren quien queda en el Olimpo. Annabeth y yo nos reuniremos otra vez con ustedes en medida hora.

—Buena idea —interrumpió la rubia a Silena—. Connor y Travis, tomen el mando.

Los hermanos parecían satisfechos con adoptar una responsabilidad como aquella frente a su padre, pero Hermes apenas había alzado su rostro para mirarlos, se encontraba expectante a lo que Percy estuviera resuelto a hacer.

𝗚𝗿𝗲𝗲𝗸 𝗧𝗿𝗮𝗴𝗲𝗱𝘆 ¹ | PJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora