La bandera era sostenida por un hiperbóreo, alzándola por al menos 8 metros, se encontraba acompañado por un semidiós y una empusa, a su lado el titán la llevaba sostenida por su brazo, vistiendo un esmoquin negro.
El hombre encontró su rostro, sonriendo al instante en qué sus ojos marrones lo escudriñaron fríamente. A el inmortal poco le había importado la mala mirada que le había ofrecido, había repasado su figura y de igual modo le sonrió. Una sonrisa perversa.
—Tendrán que dejar su charla para otro momento —interrumpió.
—Percy Jackson, Constantinova de Micenas —saludó con una voz apacible—. Es un gran honor. —Observo a la semidiosa, sonriéndole al momento en que afilaba sus ojos—. He escuchado mucho sobre usted.
Percy le miro de soslayo al momento en que pronunció su nombre, no había hablado con ella directamente de ello, pero sabía lo mucho que le disgustaba que se dirigieran a ella de aquel modo.
Podía distinguirlo fácilmente por la expresión en su rostro, lo había descubierto desde aquella vez que las hespérides lo habían hecho. Constantinova tenía una presencia fuerte, casi magnética, de no saber que era una semidiosa, fácilmente podía pasar por una diosa más.
Incluso vestida con las ropas aburridas del campamento mestizo.
Su carácter combinaba genuinamente con su distinguible porte, sus ojos poseían una naturaleza agresiva y peligrosa, pero el momento donde más inspiraba temor no se trataba de cuando tensaba su mandíbula y fruncia el ceño dispuesta a terminar con quien fuese, ni siquiera cuando se encontraba trazando una estrategia en un momento crucial o discutiendo, sino cuando entornaba sus ojos, de manera que parecía ser capaz de ver más allá que cualquiera, el momento exacto donde Constantinova determinaba si eras de su agrado o no.
—Al grano —interrumpió a Percy, alzándole la mano—. Soy Prometeo.
—¿El qué robo el fuego? ¿El qué fue encadenado a una roca donde los buitres le devoraban el hígado, y todo eso?
—No me hables de eso, por favor...—comenzó, tensándose al instante.
—Pero...
—¿Cómo conseguí librarme? Lo hizo Hércules hace muchos eones. Por eso tengo debilidad por lo héroes. Algunos llegáis a ser bastante civilizados —respondió, con un sutil asentimiento, mirando fijamente a la micénica—. ¿No lo cree usted, princesa?
—Al contrario de la compañía que trae —repuso Percy, ignorando por completo el último comentario hacia su amiga.
—Bueno, los demonios tampoco están tan mal. Lo único que debes hacer es mantenerlos alimentados. Y ahora Percy Jackson, vamos a parlamentar —indicó, señalando una mesa del parque al mismo tiempo en que Thalia y Grover quedaban a espaldas de ambos.
Constantinova suavizó su expresión, pero no de manera que pareciera amable, era una expresión que antes no había usado. Sus compañeros al verle tuvieron el presentimiento de que estaba comenzando a fastidiarse.
—Percy, tu posición es muy endeble —comenzó—. Sabes perfectamente que no podrás parar otro asalto.
—Ya lo veremos.
—Percy, soy el titán de la previsión —adelantó—. Se lo que va a pasar.
—También el titán de los consejos astutos —intervino Grover.
—No lo niego señor Sátiro, pero apoye a los dioses en la última guerra. Se lo advertí a Cronos: "No tienes la fuerza suficiente. Perderás". Y acerté, así que ya vez, se elegir el bando vencedor. Esta vez apoyo a Cronos.
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𝗚𝗿𝗲𝗲𝗸 𝗧𝗿𝗮𝗴𝗲𝗱𝘆 ¹ | PJO
أدب الهواةUn augurio predicho a voces, una promesa divina destinada a convertirse en desgracia. La campeona y arma de los dioses, temer, que el ángel destructor traerá consigo su destrucción.