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El titán se había acercado a Percy sosteniéndolo por su frente con su palma, tanto la cazadora como la micénica se habían colocado especialmente defensivas ante la acción, que apenas duró un par de segundos cuando Percy se recompuso.

—¿Percy? —pregunto Thalía— ¿Qué...Qué fue eso?

—¿Te encuentras bien? —pregunto verificando su rostro.

—Aterrador, ¿no es así? Los dioses saben lo que viene, y aun así no hacen nada, ni siquiera por sus hijos. ¿Cuánto les tomó contarte tu profecía, Percy Jackson? ¿No crees que tu padre sabe lo que va a pasarte? —Percy se encontraba demasiado conmocionado como para contestar—. ¿Tu amiga no te ha dicho que lleva sosteniendo una profecía por varios eones? ¿Acaso ya se lo han dicho?

Constantinova sintió su ritmo cardiaco aumentar, sus músculos se habían tensado al instante que sus palabras resonaron en su mente, como el recordatorio del asfixiante destino que estaba destinada a cumplir.

—Lo sabía, ¿no es así, princesa? —repuso, encogiéndose de hombros con una sonrisa—. Mucho antes de que su linaje estuviera en la mira de los dioses, incluso antes de encontrarse maldito por ese círculo vicioso.

—Está jugando con sus mentes —advirtió Grover—. Tratando de hacerlos enojar

—¿Realmente culpas a tu amigo Luke? —preguntó el titán—. ¿Y qué hay de ti, Percy? ¿Serás controlado por tu destino? Cronos te ofrece un acuerdo mucho mejor—. El titán se giró donde ella, entornando sus ojos con una expresión de comprensión—. Sabe que ellos no dudarían en traicionarla si se encuentra en contra de sus deseos. Lo ha comprobado, tal vez de quien muchos años se catalogó como uno de sus protectores.

Constantinova suavizo su expresión, durante un fugaz momento rompió la gruesa barrera que cernía alrededor suyo. A simple vista podía ser una persona tenaz y fuertemente capaz de enfrentar cualquier adversidad, y lo era, pero no de una manera autentica, al menos no del todo.

En el fondo, podía ser tan sensible, al punto de muchas veces considerarse un riesgo su actuar; su principal confronta con su madre a lo largo había sido aquello. Constantemente le reprochaba mantener sus ideales tan fielmente estructurados y ser tan leal a ellos como para seguir las instrucciones.

Atenea podía haber hecho de ella un arma mortífera, habiendo desarrollado un nato instinto al conducir sus decisiones, basadas desde un punto objetivo, pero había una clara diferencia de la versión que ella había creado. Una que la distanciaba de ser como ella.

Constantinova tenía la humanidad que los dioses no poseían, tenía ese claro sentimiento de empatía y humildad, fuertemente opacados por su naturaleza letal, a diferencia de Atenea, su hija representaba el reflejo de su padre y los valores firmemente educados a mano de Perseo.

Poseía la humanidad inexistente en ella.

La mención de su reciente confronta con Hades la había desequilibrado momentáneamente.

El inmortal pese a tener una naturaleza hostil y reservada, había permitido la presencia de la semidiosa a su vida, revelándose en distinguidas ocasiones contra su propio hermano con el único fin de protegerla. Había hecho de su propio reino un refugio, fuera del poder de Zeus cuando lograba encontrar su furia.

Constantinova no había analizado realmente la unión que mantenía con los Olímpicos, pero aquella familiaridad ahora inerte al momento de decidir darle la espalda había quedado olvidada después de tantos años.

—Te daré un trato. Dile a Cronos que levante su ataque, que deje el cuerpo de Luke Castellan y regrese a los fosos del Tártaro. Así quizás no tenga que destruirlo.

𝗚𝗿𝗲𝗲𝗸 𝗧𝗿𝗮𝗴𝗲𝗱𝘆 ¹ | PJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora