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Ambos corrían, esquivando a las personas que paseaban gustosamente y expresando diversos "disculpe" tras los choques ocasionados por su apresurada travesía. Alcanzaron a identificar al grupo en una de las mesas de la cafetería, junto a sus bandejas repletas de comida.

—Debemos irnos.

—Ahora mismo.

Thalia se quejó, al mismo tiempo que Zoë se levantaba abruptamente señalando lo obvio. Se encontraban acorralados por todas las salidas posibles, antes que pudieran reaccionar e idear un plan estratégico, Grover lanzo su guacamole hacía uno de los esqueletos derribando su cabeza. Los burritos, tacos, guacamole y demás comida comenzó a volar sobre sus cabezas, se escabulleron entre el bullicio logrando llegar hasta el exterior.

—¿Y ahora qué?

Hasta aquel momento, Nova se dio cuenta de que se encontraban completamente rodeados, sin ninguna posible vía de escape ya que, de alguna forma habían logrado dejarlos contra la pared, donde los guardianes yacían. Se maldecía internamente de todas las formas que conocía.

—Cuatro contra once, y ellos no mueren —masculló Zoë, apenas siendo perceptible.

—Ha sido fantástico compartir esta aventura con ustedes. —La voz temblorosa de Grover se escuchó.

Aquellas palabras habían provocado cierta nostalgia hacia Constantinova, quien lo miró de soslayo guardándose el deseo de correr a abrazarlo.

—Grover, ni se te ocurra volver a decir aquellas palabras. Te prometo que saldrás con vida, así tenga que dar mi vida por ello. —Le sonrió intentando transmitir toda la calma y cariño posible hacia el sátiro, quien le devolvió el gesto, con sus ojos levemente llorosos—. ¿Qué? —susurró a modo de queja, bajo la atenta mirada de su hermana—. Sabes que también lo haría por ti, incluso más que por cualquiera por quien esté dispuesta a ayudar, eres mi única familia, Zoë.

La morena intentó oprimir la sonrisa, que sin querer había logrado extenderse por todo su rostro. Siempre había sido así, ambas habían perdido a su familia de distintas formas, y habían encontrado en la otra un nuevo hogar y soporte.

Su mirada había logrado endurecerse más, sus ojos se habían tornado más oscuros resultando más gélidos de lo usual, manteniéndose en una expresión furtiva.

Percy miró a Constantinova, encontrando un parecido entre ella con la mujer del ascensor. Compartían el mismo cabello azabache, las mismas expresiones y aquella misma mirada frívola, a pesar de que sus ojos eran de un color distinto, que resultaba ser idéntico a los de Annabeth.

—¿Quién dijiste que era tu madre?

Constantinova le miró confundida. —Atenea, pero nunca te lo dije. Percy, no es momento para hablar sobre esto.

Esperando no equivocarse, le dedicó su oración. Debía tratarse de ella, quien había venido a ayudarle para asegurarse de que salvaría y se encargaría de mantener a salvo a sus hijas. Si se trataba de eso, comenzaba a preocuparse aún más por la vida de Constantinova, si algo le sucedía... ¿En cuántos dioses lograría causar su disgusto?

Una sombra se extendió por arriba de ellos, Constantinova estaba preparada para atacar a quien fuese el causante de ello, se detuvo tras reconocer a los guardianes, quienes desplegaban sus alas y habían lanzado a los guerreros esqueleto hasta el otro lado de la carretera.

Constantinova, buscó la mirada de Thalia, creyendo que se trataría de ella aquel ingenioso suceso, la hija de Zeus se abstuvo de regresarle la mirada pese a que sabía que le veía.

—Sáquenos de aquí —suplicó Thalia.

Constantinova juntó a Zoë, habían extendido sus arcos e intentaban retener que los esqueletos lograran reunir por completo todas sus partes. Antes de que pudieran darse cuenta, uno de los ángeles había tomado a Zoë y Grover, mientras que el otro había tomado a los otros dos semidioses junto a Nova, quien apenas logró sujetarse debidamente evitando caerse.

𝗚𝗿𝗲𝗲𝗸 𝗧𝗿𝗮𝗴𝗲𝗱𝘆 ¹ | PJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora