𝐂𝐡𝐚 𝐗𝐈 𝐩𝐭𝐞𝐫

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La tarde pasó sin contratiempos. La tensión que se había formado a causa de la gran bestia, Leviatán, se apaciguó, dando paso a una calma pasajera. Aspidochelone no se ha detenido desde la mañana, por lo que el tiempo de viaje se ha acortado.

Hrist supone que falta un día más para llegar a la misteriosa isla; el grupo convivió las horas restantes hasta llegada la noche. Prepararon una fogata para cocinar los pescados que Heracles había atrapado con anterioridad. Algunos aprovecharían para dormir temprano, tal es el caso de Göll, Okita y Sasaki.

Este último se muestra pensativo, con su mirada perdiéndose de vez en cuando en el horizonte. Hrist le pregunta si se encuentra bien de forma constante, no obstante, el nipón contestaba las interrogantes con un tímido "Estoy bien".

—Kojiro... —vuelve a llamar la valquiria.

—Estoy bien —suspira—. Solo estoy cansado.

Declaró mientras se acostaba cerca del fuego, aferrándose a su ropaje a causa de gélido viento.

La valquiria de dos caras tuerce los labios, observando preocupada a su amigo. Su atención se desvía hacia el dios de la justicia, quien está a su lado. El contrario, al sentir la mirada ajena, volteó, dejando de comer el pescado que había preparado.

—Este viaje lo está afectando. —musita Hrist, lo suficientemente bajo para que Kojiro no escuchase—. Se siente culpable de todo lo que está pasando.

—Pero él lo hizo por un bien, no es culpa suya lo que sucede.

—Ya le dije, aunque sigue sintiéndose mal. Puedo verlo en su rostro. —susurró, ladeando la cabeza en dirección al de apariencia mayor— ¿Y si lo que hay en esa isla lo hace sentir peor?

—Quizá haya alguna solución en ese lugar. —saltó Hércules de repente, aunque no muy seguro de sus palabras—; podemos suponer que Poseidón escondió algo valioso, puede que esto nos ayude a calmar los océanos.

—Ojalá.

—¿Y si no hay nada?

La voz de Nostradamus irrumpe el silencio que se formó. Hrist le mira con el ceño fruncido, mientras que el de larga cabellera anaranjada se muerde el labio.

—Tú mismo supusiste que no hay solución a este problema. —atacó el rubio, a pesar de que su atención está concentrada en hacerle un pito en la mejilla de Okita, quien duerme boca arriba. —. Aparte de volver a rehacer el mundo, claro.

—Puede que haya una alternativa que no sepa. —comentó—. Todo lo que les he dicho me lo contó Ares, por lo que no tengo mucha información acerca de esos temas.

—Hmm... —regresó a ver a las divinidades al acabar su cometido, esbozando una sonrisa. Abrió la boca y la volvió a cerrar, cruzándose de brazos para así meditar. —: Tuve una visión, y es mala.

𝙐𝙣 𝙪𝙡𝙩𝙞𝙢𝙤 𝙧𝙚𝙘𝙪𝙚𝙧𝙙𝙤 ; 𝘗𝘰𝘴𝘦𝘪𝘥𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora