𝐂𝐡𝐚 𝐕𝐈𝐈 𝐩𝐭𝐞𝐫

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Su llegada a Asgard se dio sin contratiempos, siendo recibidos por Ares que, recién despertando, les interrogó acerca de su visita a la Atlántida. Fue este mismo que informó de la ausencia de Hermes, aunque esto no pareció interesarse a los hermanos.

-Ares. -llamó su padre al llegar al amplio comedor, sentándose en la cabecera de la mesa en una postura floja-. Pídele a los siervos que traigan el almuerzo.

El dios de la guerra acató la orden del padre del cosmos, apresurándose puesto a que este mismo tenía hambre.

Zeus se inclina en la silla, levantando sus pies en la mesa sin importarle en absoluto si era reprendido por los nórdicos. Se halla pensativo, pero sabe perfectamente que el asunto no tiene solución.

Vio con sus propios ojos la voracidad de un océano descontrolado. Esto iba a ser motivo para una reunión urgente entre los dioses, sin embargo, él no tenía ni motivos ni ganas de ser quien convoque dicha junta, por lo que esperará que Odín u otro dios principal diera el anuncio.

Entreabrió los ojos al oír varias sillas abrirse en un sonido con eco. Ares se sentó a su izquierda, mientras que Apolo a su derecha, dejando una silla vacante. Afrodita estaba al lado del dios de la guerra, teniendo en su bello rostro una expresión aburrida; el dios del sol y las artes estaba en compañía de Artemisa, la cual tenía a su lado a Atenea. Los otros asientos permanecen vacíos, siendo estos los de Heracles y Poseidón.

-Y bien. -suspiró el cabecilla del panteón- ¿Acaso no van a preguntar nada de mi viaje?

La pregunta dejó en claro su descontento ante la falta de atención que recibe. El silencio volvió a reinar.

-... ¿Y qué pasó en tu visita a la Atlántida, padre? -pregunta Ares vacilante, dejando sobre la mesa los cubiertos.

-Qué bueno que preguntas -su expresión se iluminó-. Pude ver nuevamente a esa hermosa sirena, pero el estúpido de Adamas me acortó mi posible coito y-

-No nos interesa saber con quién cogiste y con quién no. -arrastró Afrodita, aunque manteniendo una sonrisa felina en sus labios.

Zeus carraspeó, sin ocultar lo ofendido que se sintió ante el comentario de la diosa.

-La Atlántida se está cayendo a pedazos.

-¿Y por qué estás tan tranquilo? -cuestiona Atenea.

-Porque no me importa. -se alzó de hombros-. Todos ustedes saben lo que podía ocurrir si uno de nosotros es asesinado. Así que, ¿para qué debo preocuparme?

-Todo se está yendo a la mierda, viejo. -siseó la diosa de la sabiduría y la guerra, entrecerrando los ojos en dirección a su padre-. Esto también nos afectará a nosotros.

-No es mi culpa que Poseidón haya muerto. -replicó-. Él mismo tuvo la culpa por no pelear enserio.

Un gruñido resuena en el comedor como un eco. Atenea dejó de comer para cruzarse de brazos, torciendo sus labios al igual que su ceño.

𝙐𝙣 𝙪𝙡𝙩𝙞𝙢𝙤 𝙧𝙚𝙘𝙪𝙚𝙧𝙙𝙤 ; 𝘗𝘰𝘴𝘦𝘪𝘥𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora