CAPITULO IV †

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—¡Hey Bill

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—¡Hey Bill...! —Corrí por las escaleras, aun con pijama, zapatillas y una abrigo. Le grite antes que se fuera. Aun estando acostada, dejo un dulce beso en mis labios y se apronto a marcharse. Esta vez no alcanzamos a estar siquiera un día juntos Es hermosa cariño, gracias —Lo abrace, me tomo por la cintura y apoyo su espalda en el auto. Me miraba con ternura con sus hermosos ojos azules

—¿Qué cosa Al? —respondió asombrado y divertido, no dejaba de mirarme, y sus manos bajaban juguetonas, a mis caderas

—La Rosa blanca, la que dejaste en mi escritorio, junto a la ventana —Respondía con besos cortos

—Yo no te he dejado tal Rosa —frunció el ceño, pero no dejaba de sonreír y mirarme con amor —Además... sabes que Emy me mata, toco su jardín —Que raro pensé... —Ven aquí... —me tomo en brazos y me beso. Me bajo lento

—Ten cuidado, me caeré Bill —avise entre risas

—Nunca dejare que eso pase —acaricio mi cabello

— ¿Cuándo volverás? —Le pregunte mientras se subía al auto

—Tratare de hacer todo lo posible, por venir el próximo fin de semana... ¿Y si vas con Emy a Washington?

—Sabes que Emy, no deja el bosque... por nada

—Esta bien... —Estaba apoyada en la puerta del vehículo. Tomo de mis manos y las beso —Adiós Al... cuídate por favor... te amo

—Te amo... —Arranco el auto y partió. A ratos asomaba su brazo, para despedirse. Mire, hasta que se perdió en la curva de la carretera

Quede ahí, pensando en el, que lo extrañaba y que me encantaba la idea que pudiese mudarse conmigo al pueblo

Volví en mí, cuando escuche a Kurt ladrar a la copa de los árboles. Me acerque a ver el alboroto, pero era lo mismo de siempre. Vivía peleando con el cuervo

—¡Ya déjalo Kurt...! —El cuervo no se movía de su lugar. Gire para devolverme a casa. Cuando me acercaba a la puerta de entrada, vi las rosas blancas de Emy, recordé de inmediato la que había dejado en el escritorio. Subí a mi habitación y la revise para verificar si era del jardín de Emy. Si, parecía serlo. Al mirarla detalladamente, me di cuenta que tenia manchas de sangre. Si no fue Bill... ¿Quién lo hizo?

Me recosté un rato mas, hacia frío, Emy y Tom aun dormían. Me arrope entre las frazadas y me venció el sueño

Desperté por los fuertes ladridos de Kurt y los graznidos del cuervo. La ventana estaba cerrada y el pobre pájaro no sabía como salir

—¡Basta Kurt... déjalo! —Me levante rápidamente a espantar a Kurt, quien ya parecía comerse al pobre cuervo

Era un caos, algunas plumas negras volaban alrededor del cuervo y este saltaba en mi escritorio, encima de otra rosa. Mientras saltaba podía ver la rosa mancharse de sangre. Sus patas heridas la marcaban y sentí tristeza, por el cuervo

𝕿𝖍𝖊 𝕱𝖆𝖑𝖑𝖊𝖓 ©  (EL CAIDO) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora