CAPITULO XXX † -Posesión-

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Ha pasado una semana, le mentimos a Tom

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Ha pasado una semana, le mentimos a Tom.

—Necesitamos unos días, volveremos pronto —Aviso Jo'el, con una sonrisa y sus lentes de sol oscuros, para cubrir sus ojos que de apoco, se tornaban negros.

—Tómenlo como unas vacaciones... las necesitan —Tom abrazo a Jo'el, dándole unas palmaditas en la espalda —Descansa Alex... suelta todo —Me susurro al oído en un abrazo.

—¡Volveremos para tu cumpleaños! —Le grite agitando mi brazo, con una sonrisa falsa por la ventana, mientras el auto se alejaba y veía a Tom despedirse.

Solo dijimos que descansaríamos, lo cual no estaba lejos de ser una mentira.

Nos sentíamos enfermos y no encontrábamos la cura, para ninguno de los dos. El cuerpo de Jo'el, cambiaba cada día más y yo, seguía con mis horribles sueños, que cada vez parecían querer salir a la realidad. Nos escondimos, eso hicimos, escondernos de la gente del pueblo y de Tom.

Junto a Jo'el, habíamos decidido dormir de día y estar despiertos de noche, que era ahí, donde padecía las pesadillas. Parecía que los primeros días, había dado resultado, pero todo eso, nos estaba pasando la cuenta.

Nuestros cuerpos temblaban y no precisamente de frío, si no, de cansancio, el estrés de no saber que mas hacer, nos tenia prácticamente agotados.

Jo'el, había ido en búsqueda de Ara'el, teníamos fe, que el nos daría respuestas a lo que estábamos padeciendo y así, darle un fin.

Busco en cada lugar que recorrían juntos, el bosque, la carretera, el pueblo, la playa, el lago, pero nada... Gritaba su nombre — ¡ARA'EL.... ARA'EL!. Lo llamaba hasta quedar sin aliento, pero no había señales de él, se nos acababan las ideas y también el tiempo, porque de alguna u otra forma, el hedor nauseabundo solo significaba una cosa: "Muerte".

Pasábamos en casa y sentía que todo era tan triste y deprimente como nosotros, era algo que se había adherido y no se quería quitar, como un chicle en la bota, molesto impidiendo que avanzáramos libres.

—¿Tienes frío? —Me preguntaba, para lanzar otro leño a la chimenea.

Parecíamos dos ancianos con un diagnostico de enfermedad terminal, esperando el día que dejáramos de respirar.

—Si. Yo, iré por mas café —Avise y nos levantábamos del sofá, que se había convertido en todo nuestro mundo, esos últimos días.

Si bien, su cuerpo estaba frío, me abrazaba de igual forma, creo que era yo, quien ahora le brindaba calor, eso me hacia sentir bien, saber que de alguna u otra manera, lo podía cuidar.

Entrelazaba sus oscuras manos a las mías pálidas, las observaba con tristeza y dejaba un dulce beso con sus labios descoloridos.

—¿Me temerás, así como en tus pesadillas? —Pregunto mirando los leños arder.

𝕿𝖍𝖊 𝕱𝖆𝖑𝖑𝖊𝖓 ©  (EL CAIDO) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora