Capítulo 11

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XXV

A veces creía que la solución más fácil habría sido no casarse y listo. Para la relación que llevaba con Ryan, mejor la hubiera terminado. Luego pensó en que vendrían más muchachos y el estar unido en sagrado matrimonio le daba ventajas. Sonrió.

Comenzó a colocarse la camisa. Ryan lo miró hacerlo desde la comodidad de la cama.

—¿Te vas?

—Sí, debo volver a casa. Parece que lloverá.

—Es verano, en verano usualmente llueve. Podrías quedarte si el agua te gana.

—No quiero arriesgarme.

Ryan suspiró.

—Por una noche no sucederá nada, tu esposa te cubrirá las espaldas, tenlo por seguro.

—Es una buena chica—protestó Edmund.

—Si te quedas podríamos tomarnos más tiempo...ya sabes...no te burles, Edmund—protestó Ryan, frunciendo el ceño—eres tú quien sólo quiere coger.

—No soy el único. Tú eres igual, esto es lo que siempre has querido de mí, ¿no es cierto? —preguntó Edmund mirándolo sobre el hombro—el problema en el que nos vimos envuelto fue solo por un berrinche tuyo, ahora lo sé, lo he notado. ¿Me equivoco?

Ryan esbozó una sonrisa gatuna.

—Puede que hayamos coincidido al conocer a Lady Maxwell, o al vivir en el mismo condado, pero Edmund, comenzamos hablar, a conocernos en un bar de mala muerte. ¿Qué esperabas?

—No mucho.

—Lo imaginé, pero aún así, me gustaría que tuvieras más tiempo para mí, ahora que las cosas ya se han calmado.

—¿Más tiempo? —resopló Edmund—la mayor parte del tiempo...cada ciertos días vivo aquí, prácticamente, Ryan. No puedes quejarte.

—Sí, pero solo te la pasas leyendo.

—Siempre leo aquí, tu sofá es cómodo.

—El marido de Rebecca tiene buen gusto para los cojines.

—Y no sólo haga eso, también te veo trabajar en tus diseños.

—Y mientras lo haces, lees. En fin, siempre terminas huyendo.

—Debo ver a Caroline.

—Caroline, Caroline, ¿cómo es? ¿Es trivial o es inalcanzable? Nunca hablas de ella.

—No es necesario—respondió.

—¿Entonces es aburrida?

"No" pensó Edmund. "Es solo que no pienso compartir esos momentos con nadie."

—No, no es aburrida—Edmund alcanzó su sacó, le dio un beso en la boca—me voy.

Abrió la puerta.

—¿Duermen juntos? —soltó Ryan, ladeó el rostro—¿lo hace bien?

—Tenemos cuartos separados—admitió Edmund, miró a Ryan, observarlo con una sonrisa burlona en el rostro.

—Siempre huyendo, Edmund.

—Nos vemos luego.

Y tras ello, cerró la puerta.

XXVI

La casa de los Cuthbert, a mitad de la noche, asustaba. Por lo menos era lo que Edmund recordaba de hacía un par de meses. Antes de que Caroline viviera con él.

La esposa de Lord CuthbertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora