Epílogo

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LX

"Querido Edmund y Charles Cuthbert:

Tarde mucho tiempo en conseguir la dirección de su nuevo domicilio. Por supuesto no me sorprende. Pero deseaba enviarles una carta cuanto antes.

Después de su partida hace ya tantos años, los rumores sobre ustedes dos no han dejado de esparcirse. Es rumor caliente todavía su historia, estoy seguro que de ser persona comunes su historia seguiría escondida. Pero ustedes lo son todo, menos comunes.

Después de un rato sin que Edmund Cuthbert publicara algo, la gente comenzó a preguntarse qué sucedió con él y como es normal, los secretos salieron a la luz.

Cuentan que el escritor se enamoró de una pintora llegada de un pueblo al norte de Londres. O eso creían, porque la pintora en realidad era un pintor que huía de su ex amante. Los descubrieron y los condenaron. Escaparon. A veces la historia cambia, en algunas ocasiones Lord Cuthbert se enamoró de un joven que vendía alcohol a América y que se dedicaba a negocios del bajo mundo, sin embargo era pintor de corazón. Un noble y un pillo. Un escritor y un pintor.

Las historias pueden cambiar, sin embargo, siempre es la historia de dos hombres enamorándose y huyendo.

Después nadie sabe concretamente que les sucedió.

Unas personas afirman haberlos visto en las campiñas de Francia, comiendo queso y bebiendo vino bajo la pálida luna, otros dicen que están en Japón, besándose bajo los cerezos en flor, otros dicen que están en América, disfrutando del nuevo mundo. El resultado de aquellas historias es la misma siempre: dos hombres pudieron estar juntos, y son felices aún cuando huyen.

Verdad o mentira será esa historia, nadie lo sabe. Pero después de muchos años sin saber nada de Edmund Cuthbert y de Charles Christie, llegó a mis manos un manuscrito adjuntado por una muchacha llamada Danielle. Decía en la carta que no quería ser grosera ni irrespetuosa con su Lord, que no hablaría de sus romances porque a ella no le correspondía contar historias ajenas y mucho más si las estimaba. Se limitó a contarme que la historia que Lord Cuthbert estaba escribiendo, la corrigió y le añadió detalles que nunca llegaron a su editor.

La primera línea dice así: Hoy volví a soñarla. Hoy volví a soñarlo. Daba igual lo que era, porque le amaba. Y aún hoy lo amo...

Lo que sigue es mejor. El nombre de Edmund Cuthbert ha desaparecido de los medios, los libros que público siendo él perdurarán pero, ¿por qué no más? Como el antiguo editor de Lord Cuthbert, le exhorto e insisto a enviarme otro escrito, bajo un seudónimo.

Sé que es capaz de hacerlo, y lo sé bien porque en Francia están hablando bastante de una pintora llamada Charlotte Maxwell. A nadie le gustan sus pinturas, no son simples paisajes, siempre son cosas horribles adornadas con flores, parodias de famosas pinturas, hombres acostándose con hombres y mujeres con mujeres besándose. Aunque a nadie le gustan, todo el mundo las compra.

¿Por qué no vuelve a escribir usted también, Mr.Cuthbert? Su esposo sigue pintando, ¿usted que hará?

En espera de su pronta respuesta.
Saludos cordiales.
Mr. Morrison, su antiguo editor."

XLII

"Querido Mr. Morrison.
Me complace saludarle después de tantos años. Nunca he dejado de escribir, por cierto. Pero he preferido reservarme mis escritos para mí y mi Charles.

En cuanto a los rumores que corren sobre nosotros no voy a desmentirlos, me gustan las historia que la gente inventa. Pero a usted le diré algo, le voy a contar lo que ocurrió después de aquella noche:

La esposa de Lord CuthbertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora