Capítulo 9

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Días después, llegó el baile de los Crawford y el moratón seguía decorando la cara de Jane aunque ya con menos intensidad, pero aún así, las manos mágicas de Macy fueron capaces de disimularlo.
La casa de los Crawford era más modesta que la de Lady Danbury, pero aún así destacaba su opulencia en las maderas que decoraban sus paredes.
Emily enseguida se fue a bailar con Colin y Jane aprovechó para dirigirse a la mesa donde estaban las bebidas para evitar tener que bailar, ya que el maquillaje podía disimular todos los hematomas del mundo, pero el dolor que aún sentía en el abdomen no había desaparecido por ahora, y la idea de tener que bailar por toda la sala le resultaba dolorosa solo de pensarla.
Para su suerte, la mesa de las bebidas estaba apartada de todo el gentío, así que pudo disfrutar de cierta tranquilidad mientras disfrutaba de una fresca limonada. Pero su tranquilidad duró poco cuando vió al señor Anderson junto a George Rowell aproximarse a la mesa. Ambos estaban inmersos en su conversación así que no repararon en la presencia de Jane, y tampoco en la de Penelope Featherington que estaba a un par de metros de Jane, pero lo suficientemente cerca para escuchar la conversación de Anderson y Rowell.
- Este calor es insoportable. Lo último que me apetece en estas condiciones es bailar y tener que soportar las peroratas de ninguna dama.- Comentó Anderson con la arrogancia que Jane ya conocía.
- Desde luego lady Whistledown no se equivocaba con la belleza de la señorita Emily Wood, tal vez sea tonta pero al menos es digna de admirar. - Dijo Rowell al ver en el centro de la pista a la señorita bailando con Colin Bridgerton.
- En mi no despierta nada, ni ella ni su hermana. Si lo único que saben es ser bonitas, siento la misma admiración por ellas que por dos jarrones. Lo único que ha llamado mi atención esta noche ha sido el espantoso vestido verde de Penelope Featherington, parece una zanahoria.- Se burló Anderson y Rowell rió con él.
Jane miró con lástima a Penélope, que bajó la mirada a su vestido avergonzada. Pero esa lástima en seguida se convirtió en despareció y enfado hacia esos dos hombres que se hacían llamar caballeros.
Sin pensarlo se dirigió hacia ellos y con unos toquecitos en el hombro del señor Anderson llamó su atención.
- Os he escuchado decir, mi señor, que teníais un calor insoportable.
Sin pensarlo, Jane precipitó todo el contenido de su copa sobre la incrédula cara de Frederic Anderson, que se quedó sin palabras ante lo ocurrido y salió corriendo de la estancia seguido por un divertido Rowell intentando evitar que nadie viese lo ocurrido.
Jane se giró y miró a Penélope que miraba la escena divertida y sorprendida. Ambas jóvenes se miraron y asintieron felices por lo que acababa de ocurrir.
Jane se sentía orgullosa por lo que acababa de pasar pero a la vez temía haber montado un escándalo y ser el tema principal en el nuevo folleto de Lady Whistledown, pero estaba segura de que esa escena solo la habían presenciado los dos caballeros y Penélope Featherington, así que estaba a salvo. Lo que no sabía era que Benedict Bridgerton también había contemplado la escena desde el otro lado de la sala, desde donde llevaba observando a Jane desde que llegó.

La noche siguió sin muchos más altercados. Para su desgracia, Jane tuvo que bailar en dos ocasiones. Era una desgracia porque ninguna de ellas era con Benedict, y porque el dolor que sentía en el abdomen parecía volverse más intenso a cada paso.
Después del segundo baile, Jane se excusó para ausentarse de la sala, diciendo que estaba algo mareada y deseaba salir a tomar el aire.
El jardín de los Crawford era un lugar muy agradable y silencioso. Donde el olor a lavanda se mezclaba con jazmín y hierba recién cortada. Jane encontró un banco y decidió sentarse para intentar aliviar el dolor que sentía.
- Es agradable poder salir y desconectar durante un rato.- La voz de Eloise Bridgerton la sacó de su ensimismamiento. La joven se sentó en el sitio que quedaba libre junto a ella.
- Desde luego, si cierro los ojos por un momento vuelvo a estar en mi casa de Kent sin bailes estúpidos y caballeros arrogantes. Vuelvo a ser libre y ser yo. - Dijo Jane cerrando los ojos.
- Libre. Cada vez siento que estoy más lejos de saber lo que es eso. - Dijo Eloise recostándose en el banco. - Cada día que pasa veo inevitable que mi madre consiga emparejarme con algún caballero y que mi vida se vea reducida a estar en casa.
- ¿Y no es lo que quieres? - preguntó Jane.
- No, desde luego. ¿Es algo que quieras tú?- Respondió Eloise y Jane meditó sus palabras. Casarse, formar una familia. ¿Era eso compatible con ser artista? Desde luego sabía que había hombres, como Benedict, que compartían su afición por la pintura. Pero una vez casados, ¿su marido dejaría que ella pintase durante todo el día? ¿O estaría demasiado ocupada llevando una casa y criando a sus hijos? Desde luego tendría que dejar la academia y toda su farsa atrás. ¿Qué le quedaría suyo si le quitaban lo que le hacía ser quien era?
La idea de no poder volver a pintar fue abrumadora y Jane respiró hondo.
- Creo que no. Yo quiero pintar. Nada más.
- Bueno tienes suerte, Benedict parece sólo poder pensar en eso también. Aunque si os casáis dudo que le vieses por casa porque estaría todo el día en la academia.
Jane sonrió al pensar en estar casada con Benedict y seguir manteniendo su farsa como Michael, pero ese sentimiento de repente se vio nublado por una sensación de angustia al pensar en que estaba mintiendo a Benedict Bridgerton, un hombre que le importaba. Un hombre del que estaba enamorándose. Intentó alejar esos pensamientos de su mente cambiando de tema.
- Y si no quieres ser una mujer casada ¿qué quieres ser?
- Quiero hacer algo más con mi vida que esto. Siento que soy una impostora. Me paso el día queriendo hacer algo diferente, cambiar las cosas. Pero siento que solo son palabras y al final del día soy la misma. Me gustaría escribir y que lo que escriba sea capaz de cambiar algo.
- Si eso es lo que quieres, quizá deberías volcar todos tus esfuerzos en ello. Sin importar el resto. A veces deberíamos poder ser un poco egoístas, sobre todo nosotras. Los hombres hacen lo que quieren sin dar explicaciones y nosotras parece que tenemos que justificar cada paso que damos.
Eloise miró orgullosa a Jane. Se sentía escuchada por fin por alguien de su entorno. Es verdad que hace un tiempo Penélope había sido su confidente en estos asuntos, pero eso ya quedaba atrás. Sentía que podía hablar con esa joven de temas que había leído, de lo que había aprendido la temporada pasada, incluso de Theo.
Y así estuvieron las dos horas siguientes, hablando de cómo se sentían en esa sociedad, de lo que eran y qué querían ser. Jane le habló de la pintura, de lo que sentía al pintar y de que haría lo que fuese necesario para seguir pintando hasta el lecho de su muerte. Incluso llegó a pensar en contarle su farsa y su relación en la academia, pero la cercanía que tenía con Benedict le frenó por miedo. Pero ambas encontraron en la otra una compañera con un mismo razonamiento y determinación. Y Jane pensó para sí misma que no dejaría que nada le alejase de aquello que deseaba, ni siquiera las amenazas de Frederic Anderson.

Ícaro || Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora