Capítulo 14

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"Parece ser, querido lector, que un nuevo joven ha sido cautivado por nuestro diamante, la señorita Emily Wood. El misterioso caballero llegó acompañado del señor Bridgerton al baile de los Rochester y consiguió bailar con la señorita Wood a pesar de que es bien sabido que su carné está siempre lleno y solo los más afortunados pueden disfrutar de su compañía.
Es una lástima que el misterioso caballero tuviese que abandonar la velada rápidamente tras el baile, quizás tenía otras damas a las que cortejar.
Pero le aseguro, amable lector, que este misterio no durará mucho para alguien como yo.
Atentamente,
Lady Whistledown"

Benedict arrugó la columna de cotilleos y la tiró al suelo para después contemplar el cuadro que estaba pintando. Ese día no había clase en la academia pero las aulas permanecían abiertas para aquellos que quisiesen desarrollar su talento en todo momento. Ese era el plan de Benedict de no ser por lo frustrado que se encontraba por los sucesos de la noche anterior. Su idea era pasar una agradable velada con su amigo Michael, pero la suerte no lo quiso así, y debía admitir que había sentido celos al ver a la señorita Emily Wood aceptar el baile con su amigo, del mismo modo que había sentido celos en bailes anteriores cuando otro caballero pedía un baile a Jane Wood y la alejaba de su lado.
No había palabras en el mundo capaces de describir la profunda confusión en la que estaba sumida el joven Bridgerton. Y la pena que sentía se convirtió en dolor cuando por sorpresa apareció Michael Baker por la puerta con la noticia de que debía abandonar la academia y volver a su casa en el norte.
-¿Estás bromeando? - Exclamó Benedict. - No puedes irte. Eres la persona con más talento en esta escuela.
Las palabras de Benedict hicieron que las mejillas de Jane se tiñesen de rosa pero intentó ignorarlo y recoger sus cosas. Ya había tomado su decisión y nadie podría cambiarla.
-Por favor Michael, no puedes irte. Te queda aún tanto que pintar. - Suplicó Benedict y Jane sonrió.
-Lo que más lástima me da es solo saber pintar mujeres. - Bromeó Jane consiguiendo que Benedict esbozase una pequeña sonrisa.
-Si así consigo que te quedes, yo puedo ser tu modelo.- Dijo el joven Bridgerton sentándose en una pose exagerada.
Jane soltó una carcajada y se acercó a él para recolocarlo. Tomó su barbilla e hizo que mirase hacia ella.
-Mucho mejor.- Dijo en un susurro sin quitar la mano de la cara de Benedict.
Benedict empezó a incorporarse lentamente hasta quedar a la altura de Jane. Estaban a una distancia demasiado próxima y Jane no pudo evitar mirar sus labios. Sentía como la distancia se iba haciendo más corta y como su deseo aumentaba, hasta que se dio cuenta de lo que estaba pasando y se apartó bruscamente.
-Debo irme. - Dijo sin mirar atrás mientras salía por la puerta con el corazón en la garganta.
La vergüenza que sintió en todo el camino a casa no desapareció en todo lo que quedaba de día, ni durante la noche. ¿Cómo podría haber acabado esa situación? ¿Qué pensaría de ella el señor Bridgerton? No solo había estado con él a solas en esa habitación en esa situación tan comprometida a punto de besarse, si no que además lo había hecho siendo Michael.
Estuvo toda la noche dándole vueltas y de entre todos los pensamientos surgió la duda de qué habría pasado si ella no se hubiese apartado finalmente. ¿Hasta dónde habría llegado el señor Bridgerton?

La noche de Benedict no fue mucho mejor, cuando Michael abandonó la clase, Benedict sintió como su corazón latía con fuerza para después romperse en pedazos. Se había arriesgado y se había quemado, se había calcinado. No podía volver a la academia y mirar a Michael de nuevo. Estaba claro que sus sentimientos no eran correspondidos y lo único que había hecho era ahuyentarlo horrorizado. Decidió que debía olvidarse completamente de él. Pero no podía quitarse de la cabeza esos ojos marrones y el pequeño instante en el que sintió que Michael miraba sus labios sonrojado.

Ícaro || Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora