Capítulo 15

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Los días siguientes fueron insoportables tanto para Jane como para Benedict. Ambos habían dejado de acudir a la academia y los días se habían vuelto extremadamente largos. Jane había decidido hablar de nuevo con la profesora de baile y canto para unirse a las clases con Emily y en sus ratos libres acudía al despacho de su difunto tío donde intentaba entretenerse pintando bodegones a carboncillo o algún retrato de alguna de las doncellas. Se sentía como una prisionera en aquella casa, aunque no lo fuese.
Lo único que le alegraba los días eran las visitas de Benedict. Los primeros días fueron duros. A pesar de estar segura de que Benedict no sabía nada sobre sus mentiras, verle cada día era un constante recuerdo de lo que había perdido, de la academia y de su amistad. Pero esos sentimientos fueron desdibujándose con el tiempo y fueron sustituidos por alegría de nuevo.
Benedict decidió no decirle a Jane que había dejado la academia a pesar de que lo único que deseaba era pintar, pero tenía miedo de lo que podría haber contado Michael, o de volver a verle. Su único consuelo era visitar a Jane y contemplar sus bonitos ojos marrones que se iluminaban cuando sonreía.

A pesar de los altibajos económicos que había sufrido la familia Featherington, el baile que organizó no se quedaba atrás respecto al resto. Su sala de baile era sin duda más pequeña que la de los Rochester y no tenía muebles tan caros como los de Lady Danbury pero la velada resultó de lo más agradable. Sobre todo porque Emily Wood bailó dos bailes con el duque de Fife, que estaba de visita en la ciudad y parecía estar buscando esposa. Era un joven muy apuesto y agradable, de importante fortuna y muy cercano a su majestad la reina. Esta posible futura unión complació a todos menos a Lady Bridgerton que esperaba que su hijo Colin desposase a la señorita Wood, aunque las atenciones del señor Bridgerton estaban claramente dirigidas a la menor de las Featherington,cosa que la vizcondesa no había reparado todavía.
Intentando escapar del calor infernal que sentía dentro del salón, Jane se dirigió al jardín de los Featherington para tomar el aire. Respiró hondo y observó las estrellas
-¿Se encuentra bien señorita Wood? - La voz de Benedict hizo que saliese de su ensoñación. - Es abrumador estar en un espacio tan reducido con tanta gente.
- No habría podido definirlo mejor. - Respondió Jane con una sonrisa.
Ambos permanecieron en silencio disfrutando de la compañía el uno del otro. Era fascinante para ambos el sentimiento de paz que se transmitían entre ellos.
-Creo que nunca te había visto tan callado Benedict. - Jane decidió romper el silencio y Benedict sonrió.
-Y yo creo que es la primera vez que me llamas por mi nombre. - Respondió coquetamente el caballero. Jane se dio cuenta de su error y se sonrojó.
-Lo siento señor Bridgerton, no quería sonar impertinente.
-No, no, en absoluto. Benedict me gusta. Suena bien cuando lo dices tú, Jane.
Benedict dijo esas palabras mientras acortaba la distancia entre ambos y la joven sintió como su corazón latía cada vez con más fuerza. De repente sintió el mismo cosquilleo que había sentido aquel día en la academia y de nuevo miró los labios de Benedict, pero esta vez no tuvo tiempo de apartarse porque el joven tomó sus mejillas y la besó.
Después de un largo beso que no pareció durar lo suficiente, se quedaron el uno frente a la otra mirándose a los ojos.
-¿Qué dirían de nosotros los dioses si nos viesen ahora? - Dijo Jane echando un pequeño vistazo a las estrellas.
La sonrisa de Benedict desapareció y lentamente dio un paso hacia atrás.
-¿Por qué has dicho eso?
Jane no comprendió la pregunta de Benedict.
-He dicho que qué dirán.
-Ya sé lo que has dicho.- la interrumpió Benedict.- Lo que quiero saber es porque lo has dicho.
Jane seguía sin entender a que se refería el joven y se puso a recordar el momento.
-¿No te acuerdas? Lo hablamos cuando. - Jane no acabó la frase porque en ese instante se dio cuenta de su error. No había hablado con ella de eso lo había hecho con.
-Michael. - Dijo simplemente Benedict dando otro paso atrás.
-Benedict, puedo explicarlo. - Respondió Jane acercándose a Benedict pero este le frenó con su mano.
-Es imposible. - Susurró Benedict y Jane sintió como se le quebraba la voz.
-Puedo explicarlo.
-¿Eras tú? Todo este tiempo. ¿Cómo no me di cuenta? - La voz de Benedict sonaba cada vez más dolida y con cada palabra Jane sentía una puñalada de dolor en el corazón.
- Lo siento. - Fue lo único que consiguió decir antes de que Benedict siguiese hablando.
-Has estado mintiéndome todos estos meses. Lo sabías todo de mí. Te confié mis sentimientos y sabías lo que sentía por ti y en todo momento fuiste capaz de mirarme a los ojos y mentirme. Y cuando te hablaba de Michael. - Benedict empezó a reírse incrédulo. - Todas las veces que te hablé de él fingiste no conocerlo cuando eras tú.
-Era la única forma de que me dejaran entrar en la academia.
-¿Y dime, engañarme así formaba parte de tu plan también?
- Por supuesto que no. No quería que nada de esto pasase, ni que te enterases de esta forma.
- ¿Cuándo pensabas contármelo? Si es que pensabas hacerlo. ¿Y qué me dices de tu tía y tu hermana, cómo crees que van a reaccionar cuando se lo cuente? - El dolor que sentía Benedict se estaba transformando en rabia y Jane no podía frenar las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas.
- No serías capaz.
- ¿Duele que ahora con quien jueguen sea contigo no? Dejaste que me enamorase de ti y para ti solo era una farsa.
Jane sintió como su corazón se rompía en mil pedazos. El primer día que fue a la academia no esperaba que nada de eso pasara. Ella solo quería pintar, no enamorarse, ni mucho menos hacer que nadie se enamorase de ella. Benedict emprendió la vuelta a la casa pero frenó en seco al escuchar las palabras que pronunció Jane.
-No dirás nada de esto, porque si tú hablas yo también lo haré.
- No sé de qué me hablas. - Respondió serio Benedict.
- Mi último día en la academia. Cuando estábamos a solas, cuando estabas con Michael a solas. Si yo no me hubiese apartado, ¿me habrías besado? Igual que has hecho hace un instante. - Benedict tragó saliva y miró fijamente a Jane que había llegado a su altura y añadió. - Parece que no soy la única con un secreto y mucho que perder.
- Desde luego eres una actriz increíble. Y tenías razón, sin duda eres capaz de hacer más daño con las palabras que con los puños. Buenas noches, señorita Wood.

Ícaro || Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora