capítulo 28

3 0 0
                                    

     Dylan había recibido una llamada de su madre del día anterior, pero al tener el móvil en silencio no pudo contestar.

     —¿Mamá dime, ha pasado algo?
     —Hijo ayer me quede con una angustia, vino Dakota me puso enferma, se metió en casa como si nada y estuvo mirando unos papeles se pensaba que no me di cuenta pero vi como fotografiaba algunos números de teléfono que tenía apuntados, te aviso por si te llama, la eche de casa de momento y se fue pero vaya tarde pasé.
     —¿Tu estas bien?
     —Si por mi no te preocupes.
     —Bueno mamá, hasta luego.
     —Besos hijo, cuídaros.
     —Besos.
     —¿A pasado algo? —pregunto Cora.
     —No, todo bien, es para ver como estábamos.
     —¿A si?
     —Cosa de madres.
     —Ye tengo todo listo, cuando quieras nos vamos.
     —Muy bien, pues nada vámonos.

     El viaje les fue muy ameno, pararon en mitad del camino para comer algo, no tenían intención de hacer todo el viaje de golpe, se hicieron fotos, pasearon y cogieron de nuevo el coche.

     —Si no te importa cuando lleguemos me dejas en mi casa  —le dijo Cora.
     —¿Necesitas descansad o he hecho algo que te haya incomodado?
     —Solo necesito descansar, no me has hecho nada, de hecho quería invitarte a que mañana te quedarás conmigo en mi casa, bueno mañana y todo los días que te queden por estar aquí, solo si quieres así no estás en tu casa y podemos esta juntos.
     —¿En serio?
     —¿Y porque no iba a ser en serio?
     —Me sorprende, pero eso está hecho. —A Cora la venció un poco el sueño y se quedo dormida—. Cora , ya hemos llegado a tu casa.
     —Dios me he dormido, estoy hecha pedazos, me duele todo… bueno pues nos vemos mañana.
     —¿Me das un beso? —Acerco sus labios a los de él, húmedos y suaves y se fundieron en ese beso, Dylan la cogió de la cara, no quería soltarla.
     —Te quiero Dylan. —Y se marcho sin esperar respuesta.

     Dylan conducía confundido era la primera vez que le decía Te quiero, ni antes del accidente, cada vez le volvía más loco ella, hasta donde le llevaría la locura.

     Al llegar a casa de sus padres Dylan hablo con su madre de todo, de lo que sentía por ella, de lo feliz que la estaba volviendo a ver y de creer estar enamorado de ella desde antes.

     —¿Mamá, papá, ya estoy aquí?
     —Buenas noches hijo. —Su padre se acerco y le dios dos besos de bienvenida y de buenas noches.
     —¿Mamá y tu que tal?
     —Pues hoy mejor, pero ayer estuve muy tensa, la próxima vez no se lo que hago.
     —Esperemos que no haya próxima vez, que ganas de fastidiarme la vida…Bueno cambiando de tema mañana voy a casa de Cora a dormir, no se si será poco o mucho tiempo pero estoy hasta nervioso.
     —¿Quieres mucho a esa chica, verdad?
     —Mamá no la quiero, la amo.
     —¿Se lo has dicho ya?, quien te ha visto y quien te ve y que te des cuenta tan tarde.
     —No le he dicho nada, no, a veces soy un tonto.
     —Te voy a dar una cosa, por que creo que dentro de nada será el momento, no porque te lo de será ahora, ese momento te llegará y cuando llegue quiero que lo tengas tú y ya sabrás lo que hacer con el —le entrego una pequeña cajita azul de terciopelo—. No hace falta que lo abras ahora, tu solo espera el momento.
     —¿Pero mamá?
     —Te he dicho que la cojas, no hay un no por respuesta, es mi decisión y ya está. —Se dieron un abrazo de madre e hijo.
     —Gracias mamá.
     —No me las des, ahora te dejo que voy a dormir, si queréis mañana veniros a comer, viene tu hermano con los niños.
     —Vale mañana te digo algo.

     A la mañana siguiente hablo con Cora y acepto la invitación de comer en su casa con su familia, su móvil sonó…

     —¿Diga?
     —Buenos días con Cora por favor.
     —Soy yo.
     —Hola Cora quería hablar contigo sobre una oferta de empleo, no hablo muy bien el Español, ¿Espero que me entiendas?
     —Si perfectamente, siga.
     —Soy Tessa, de Estocolmo la dueña de la pastelería, ¿Te acuerdas?
     —¿En serio?
     —Si soy yo, hicimos juntas una mini tarta.
     —¿Y que desea de mi?
     —Buena pregunta, deseo que trabaje conmigo, en la ficha que relleno con su información venía su número, después de probar la tarta y ver todas las que había realizado en la fotos que me enseño, me quede muy impresionada ya que yo me dedico a ello y mi pastelería es muy prestigiosa no por nada si no porque me costo muchísimo esfuerzo que fuera así, bueno pues después de ofrecer al público tu tarta me pidieron más, cosa que me fue imposible de seguir ofreciendo, bueno voy a ir directa la chica que tenía se despidió intente buscar a otra pero no quiero otra que no seas tú, te puedo ofrecer un muy buen contrato y un muy buen sueldo, las condiciones las veríamos justas, ¿Qué me dices?
     —Pues ahora mismo estoy desconcertada, ¿Qué mínimo que me des dos días y te llamo?
     —Vale, el miércoles espero tu llamada, hasta entonces.
     —Hasta luego.

     Cora no podía estar más sorprendida, debía de pensar muy bien esa oferta no debería de perder una oportunidad como esa, pero por otro lado estaba Dylan, le había llamando de una de las mejores pastelerías de Estocolmo, todavía no se lo creía, se pellizco, pensaba que estaba soñando pero no era así, estaba muy despierta, quería darle la noticia a Dylan pero esperaría al momento ideal.

     El lunes estuvieron juntos comieron en casa de la madre de él, no se marcharon hasta las seis de la tarde, luego el hermano le preguntó si querían ir a merendar donde llevaban a los niños a la piscina de bolas y se fueron con ellos. Así que llegaron a casa a las nueve de la noche después de todo un día fuera.

     —¿Solo llevas esa bolsa? —le pregunto Cora.
     —Si ¿Por qué?
     —Cuando te dije que te vinieras conmigo a mi casa, ¿pensabas solo que era por unos días?.
     —Realmente si, no sabía muy bien a qué te referías.
     —Toma lo he hecho para ti.
     —¿Y esto?
     —Dios la estoy liando, ¿puede que quizás vaya muy rápido?, son las llaves de mi casa, de esta casa.
     —Es que todavía estoy un poco perdido, pero de rápido nada. —Dylan la cogió por la cintura y en mitad de la cocina la beso.
     —¿Entonces no te has asustado?
     —Para nada.

esencia de floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora