Osborne House 3

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La decoración es opulenta, lujosa, e intimida mucho. Los azules profundos, los grises topo con toques de dorado y la ebanistería original, junto con el suelo de parquet caoba oscuro, hacen que el lugar resulte impresionante y extravagante en extremo. La decoración encaja con la época de construcción. Está en perfecto estado. ¿Qué diablos hago yo aquí?
  Aquí estoy, en mi boda, no, en mi matricidio... Si.

El matricidio de William Albert Ardlay.

Todo por culpa de mi querida sobrina Elisa, mi tía Elroy y el consejo que se han salido con la suya... ¡Estoy obligado a casarme! ¿Porque? Por que soy un idiota... ¡Que más va a ser! ¡Un grandísimo imbecil! No puedo evitar que mis ojos vuelvan a llenarse de lágrimas, que acaban desbordando y rodando mis mejillas, descendiendo hasta mi barbilla. Aún no me lo puedo creer... Todo esto parece irreal, el viaje... Candy que me abandonó otra vez; y todos juntos para mi boda real en Inglaterra... Creo que eso es lo peor de todo, será muy duro para todos si no salgo bien de esta. Me paso las manos por la cara intentando secar las lágrimas que han ido cayendo.
  Lily, mueve el abanico, insistentemente, no deja de hacerlo, está nerviosa. Normal... Yo también lo estoy, tanto que creo que me voy a volver a echar a llorar como un niño pequeño. Noto como Archie posa una de sus manos en mi hombro derecho, y aprovecha para abrazarme con fuerza. George no deja de mirarnos, o mejor dicho, analizarnos. Es inquietante, parece una estatua,
Los ojos de Archie empiezan a tintinear, brillan emocionados tanto o más que su dueño. Un delicado sollozo se escapa de su interior y acaba rompiendo a llorar. Ahora soy yo quien lo abraza, intentando calmarlo.
—Todo irá bien —murmuro.
  —Yo ya no puedo más —dice en un hilo de voz— no puedo...
  —Ven, vamos a dar una vuelta —dice Annie, acongojada.
  Su mirada también se ha entristecido, si fuera Stear no podría ver a su hermano así, sufriendo de esta manera.
  —Ya lo acompaño yo —susurro con una leve sonrisa.
  Annie asiente, y me devuelve la sonrisa. Lentamente nos ponemos en camino, me coge de la mano y la aprieta. Le miro de reojo y veo como sus labios se curvan hacia abajo, esta triste, y mucho. Nos encaminamos hacia la salida del palacio, por suerte, no muy lejos de aquí hay un parque con árboles frondosos y algunos bancos en los que podernos sentar. Cojo aire, no solo Archie debe de estar pasándolo tan sumamente mal... Ya fuera, nos sentamos en uno de los bancos, y entonces el dolor se hace con el.
  —¡No lo hagas tío Albert! —su voz acaba quebrándose y sus ojos se inundan de lágrimas.
  —Estaré bien Archie, tú solo ayuda a George con todo lo que pasará en estas semanas.—¿Alguien más lo sabe?— pregunta.
  —Si te lo dije a ti es porque necesito que te hagas responsable de todo Archie, de todo, en caso de que yo no pueda...
  —¿¡Porque lo haces si no estás seguro?!
  —Por ella.—aunque no quiera ya nada conmigo, pienso... Por lo menos la novia, aunque no tiene la cara llena de pecas ¡Tiene los ojos verdes! Y rizos rubios, como mi Candy.

Cuando volvemos al palacio, Annie y Lily ya no están donde los dejamos, probablemente se hayan cansado de estar aquí los dos juntas, no sé por qué pero creo que mucho no habrán hablado. La madre de Archie me mira, alzo los hombros, no tengo ni idea de adonde pueden haber ido. Subimos a la planta en la que está la habitación nupcial, y nos la encontramos esperando junto a su puerta, sin decir nada.
  —¿Dónde estabais? He ido a buscaros.
  —Hemos ido al parque de ahí abajo.
  —Está bien —murmura sin mucha gana.
Lily tiene el ceño fruncido, parece molesta, está muy seria, más de lo que suele estar. Puede que hayan discutido o cualquier otra cosa. Supongo que es normal, todos estamos tensos, y por una cosa u otra saltamos o nos derrumbamos.
  —¿Todo bien?
  —Sí, claro —dice Lily poniendo los ojos en blanco.
  Es más que evidente que ha pasado algo y que no está nada bien. Cojo aire y suspiro, espero que todo esto pase pronto. Veo como al final del pasillo aparece Neal, con su uniforme azul y el pelo repeinado hacia atrás, hacía tanto tiempo que no le veía... Desde que empezó todo. Entonces me doy cuenta de que no hay ni rastro de mi tía Elroy. Abro los ojos como platos, entre molesto y sorprendido, ¿dónde demonios están? ¿Y si les ha pasado algo? ¿Y si alguna de las dos ha enfermado?
  —¿Y mi tía Elroy? ¿Y candy? —Espeto antes de que llegue a donde nos encontramos.
  Empiezo a andar en dirección a él, hasta que nos encontramos. No dejo que pase, me pongo en medio, hasta que no me diga donde está no dejaré que pase. Si le pedí que fuera él su enfermero era por algo, para saberlo todo, sin que nadie nos esconda nada, o que no sean cien por cien sinceros.
  —¿Dónde está? —siseo.
Escucho como tras varios minutos alguien carraspea tras nuestra espalda. Me separo de él rápidamente y vuelvo a mi lugar, cuando lo hago veo a mi tía Elroy en la silla de ruedas acompañada por Candy.
  —¿Qué es lo que está pasando? —Gruñe entre dientes.
  —"Mi amor" —pienso con una amplia sonrisa.
  —Déjate de tonterías —dice de mala manera, lo que hace que se me caiga el alma a los pies.
  —No le mires así —me dice.
  —Disculpe tía Elroy.
Mi Candy... ahí está, ahora si sentada con la familia. Como debe ser... ¡Como mi heredera! Pero espera... Algo sucede...
El resto de los invitados ha llegado y la comitiva del rey George V toma sus respectivos lugares.
Suena la marcha nupcial.
La novia se acerca y yo no puedo ni quiero despegar mis ojos de donde Candy está sentada. ¡¿Porqué?!

Candy comenzó a llorar cuando sonó la marcha nupcial... ¿Será que...? Acaso. ¡Será...! ¿Será que si? Si.
¿Le duele?
Me ama.
Sus ojos me están diciendo que me aman.
Me ama...
Si.
No tengo más dudas ya. Siento como mi pecho se hincha y la fuerza que necesitaba para dar este gran paso llegó por fin a mi cuerpo. Ella me ama.
No necesito nada más.

Por ti Candy, lo haré. Por los dos.

Toco a Archie en el hombro y lo siento temblando —Tío, debe haber otra forma, otra solución...—me susurra tratando de hacer que cambie de opinión.
  —Ya sabes lo que tienes que hacer Archie.—doy dos pasos hacia atrás, me giro apenas y le entrego un sobre a Caroline.
Vuelvo a girar ya completamente y antes de que la seguridad del rey o alguien más intente detenerme, corro y subo de dos en dos las escaleras, me trepo a la cornisa de uno de los ventanales que dan al río. Busco por última vez la mirada de Candy y me lanzo al vacío mientras escucho su voz en un enorme grito que me llena el corazón, justo detrás de mi... —¡¡¡AAALLBEEEERTT NOOOO!!!
Y me hundo hasta el fondo en las turbulentas aguas del Río Avon.

La más bella Herejía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora