«Todo comenzó con un accidente, ahora puedo decir, que fue el accidente del que nunca me arrepentiré.»
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Federico Vigevani, un joven hombre mujeriego que se dedica a subir contenido en la plataforma YouTube. Todo en su vida marchaba bien, hasta...
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Cientos de luces resplandecientes de diferentes colores neón brillaban con el sudor de sus cuerpos desnudos, los cuales se movían en una sincronía perfecta con cada choque intenso. Los jadeos y gruñidos salían de sus labios al sentir el placer recorrer cada músculo del cuerpo, siendo acompañados por el sonido constante de sus intimidades chocar con fuerza.
Una gota de sudor recorrió lentamente por la mandíbula de la joven mujer hasta terminar desapareciendo en una de sus clavículas ligeramente marcadas, las cuales a penas eran vistas por el hombre debido a la poca iluminación en la habitación, siendo las luces neón su única iluminación cuando se escabullen en delgados rayos de luz por el marco de la puerta.
Los labios pintados por un rojo tenue de la mujer se abrieron lentamente, soltando un sonoro gemido cuando el miembro erecto del hombre tocó su punto sensible de forma agresiva pero jodidamente satisfactoria que provocó varios jadeos por su parte, que para el uruguayo, provocó una gran ola de placer recorrer por todo su sistema nervioso cuando ella comenzó a gemir en su oído mientras aferraba una de sus manos en su espalda, arañandola, y la otra en su cuello, aferrándose a él.
Sus manos se aferraron fuertemente al mármol del lavamanos, varios gemidos roncos salieron de su boca contra la suave piel de su contraria, su mandíbula se tensó junto a todo su cuerpo y un escalofrío recorrió por su columna vertebral cuando sus estocadas pararon con una fuerte embestida contra el cuerpo de la fémina, la cual dejó escapar un grito ahogado cuando el clímax abundó su cuerpo por completo.
El enorme espejo que les acompañaba estaba completamente empañado, hasta que, una enorme mano masculina golpeó el cristal con fuerza cuando su orgasmo se completó dentro de esa chica.
Sus respiraciones se fueron tranquilizando conforme los segundos pasaban, juntaron sus pegajosas frentes mientras sus ojos se cerraban con fuerza. Finalmente, sus labios se juntaron en un candente beso que encendió su corazón mientras él mismo no paraba de bombear acelerado después de tan vigorosa acción.
Antes de separarse, las suaves manos de la joven se posaron en las hebras castañas del hombre, entrelazando sus dedos para después tironear un poco, sacándole un ligero jadeo al uruguayo aún en su boca.
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Las hebras azabaches de su larga cabellera se mecían en el aire con rapidez conforme su cuerpo se deslizaba de un lado al otro en el pequeño pero cómodo baño, sus manos se empuñaron con fuerza a sus costados, varios reproches salían de su boca y al igual que su corazón, su mente le advertía que estaba en grandes problemas, o al menos eso sintió en ese mismo momento dónde dos líneas rubí se marcaron en la quinta prueba de embarazo.
— ¿Qué he hecho? —soltó aturdida, recargando ambas manos en el lavamanos de dos personas, escuchando el latir acelerado de su corazón mientras observaba fijamente su reflejo en el enorme espejo.
