La punta de su zapato se movía inquietamente contra la baldosa del suelo, era, de alguna manera, un medio para concentrar una parte de su cabeza en el movimiento y no en las cientos de teorías conspirativas que se creaban en su mente. Aún así, mantenía el otro porcentaje de su intención en los hombres sentados frente a ella, mirándola en busca de encontrar las palabras adecuadas para iniciar la redacción de todos los hechos que habían sucedido y cometido en su ausencia.
Había mucho que contar, cosas tan tenebrosas que parecían sacadas de una película de terror y no de la realidad en la que habían sucedido. Aquello, provocaba un nerviosismo en todos ellos que les impedía articular algo más que no fuera gestos de incomodidad en vez de alguna palabra. Pero ella no quería sus gestos, quería respuestas, el suspenso solo la ponía más nerviosa e inquieta de lo que la situación ya la ponía.
Era inquieta y curiosa, el complemento perfecto.
—¿Me van a decir o no? —cuestionó.
Lo último que deseaba era sonar demasiado grosera ante su pregunta tosca, pero el tono autoritario que se escapó en sus palabras había sonado naturalmente inconsciente, es decir, no había querido escucharse firme pero solo fue algo que se proyectó de las emociones que en ese momento sentía, pero que de alguna manera funcionó, fue suficiente solo unas palabras para enderezar la compostura de todos los hombres presentes y hacerlos aclarar la garganta en una búsqueda desesperada por encontrar las palabras adecuadas para describir en palabras todo lo que les había sucedido en meses realmente descontrolados.
Pero era como una búsqueda en vano.
Sus mentes permanecían en blanco, sin ideas más allá que solo intercambiar miradas entre ellos o a su líder, quién al entender que nadie hablaría pronto decidió conectar su mirada con la mujer sentada a unos metros de él. Lo que no esperaba, era que sus miradas se engancharán en cuestión de milisegundos cuando los dos decidieron girar su rostros al mismo tiempo, causándoles escalofríos la sincronía que ambos tenían sin ser nada.
Aunque claro, eran mucho más sin tener una etiqueta. Que a pesar del tiempo separados, aún esa química permanecía siendo parte de ambos.
Pero que también ambos decidieron por separado que no era el momento, quizá ni el lugar. Fue por eso que el castaño prefirió ignorarlo, pasar saliva con fuerza a cómo logró por los nervios calando su garganta y hablarle fingiendo no inmutarse con su estadía.
—Es difícil de explicar, tenés que entendernos —destacó, permaneciendo neutro ante su presencia.
Tenía razones, así no que insistió al dedicarles una mirada a cada uno. Algunos se mantenían muy concentrados en observar al suelo como si fuera lo más interesante de la noche, otros la miraban a ella como esperando a que hiciera una pregunta para ellos contestar. Así que, no le quedó más que guardar silencio, a regañadientes por supuesto.
Quería investigar por su propia parte, para que ella creará sus propias teorías sobre preguntas personales establecidas en su inteligente cabeza. Por qué era inteligente, demasiado, aunque a decir verdad, solía desarrollarse más en circunstancias como estás y no en temas como materias en el colegio. Aunque eso no era tema a discutir, era inteligente y muy astuta cuando le convenía.
Pero volviendo al tema principal, le molestaba cuando las personas no le explicaban lo que pasaba a su alrededor. Era ciertamente frustrante, incluso provocaba emociones que no solía expresar abiertamente sino implicaba algo de su interés mayor. Prácticamente, solía molestarse demasiado sí es que no conseguía las respuestas que solicitaba, actuando de manera incluso grosera cuando llegaba un punto donde todos actuaban sin decirle antes el porqué.
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𝐀𝐂𝐂𝐈𝐃𝐄𝐍𝐓𝐄𝐒 ━━ F.V.
Romance«Todo comenzó con un accidente, ahora puedo decir, que fue el accidente del que nunca me arrepentiré.» * * * Federico Vigevani, un joven hombre mujeriego que se dedica a subir contenido en la plataforma YouTube. Todo en su vida marchaba bien, hasta...