𝟎𝟏𝟑

1.3K 102 11
                                    

Entre parpadeos cansados observo todo un panorama borroso, conforme las cosas alrededor cobraban forma los parpadeos se hacían más acelerados al momento de ir recuperando conciencia. A pesar del dolor incontrolable que recorría en su mayoría toda la parte de su rostro hasta la nuca, un sonido constante y estresante que le complicaba recuperar conciencia se reproducía como sirenas sobre sus tímpanos, a un así, intentó e intentó reconocer el lugar en dónde se encontraba.

Levantó la mirada hacia varios extremos mientras su entrecejo se fruncía con fuerza debido al dolor que se intensificaban cada vez más, su mirada seguía algo borrosa pero, aún así, llevaba su mirada confundida a cada rincón de lo que parecía ser una habitación con azulejos que eran opacados con diversos dibujos, pero había algo más está vez. El suelo parecía ser blanco, pero debido al tiempo y la suciedad, estaba completamente grisáceo, había charcos de agua oscura, además, a cada costado de la azabache se encontraba un líquido espeso de un color misterioso, pues era tan fuerte que parecía negro con tonalidades púrpuras.

No logró contemplar demasiado ese extraño líquido debido a que un asqueroso olor inundó por completo sus fosas nasales cuando su cabeza se giró para observar, arrepintiéndose inmediatamente cuando el olor putrefacto penetró su cavidad nasal, era tanto que podía sentir el repugnante olor impregnarse en su garganta, provocando varias arcadas que sino fuera por su gran resistencia hubiera devuelto el almuerzo ahí mismo.

Cerró los ojos con fuerza e intentó reprimir el vómito que se veía venir, le costó algunos segundos poder recuperarse, aun así, continuó observando a los alrededores evitando voltear a dónde se encontraban esas manchas oscuras que seguramente no eran para nada bueno con solo contemplar el olor.

Cómo una especie de alcohol, a su mente llegaron las imágenes de lo que había pasado antes de terminar inconsciente como un balde de agua fría que congela todo su cuerpo. Los ojos se le abrieron tanto como vio posible, comenzando a zangolotear sus brazos sujetos por una cuerda áspera que cortó su piel ante los movimientos bruscos, aunque no pareció molestarle demasiado durante unos minutos, hasta que la respiración comenzó a faltarle, sintiendo como la adrenalina bajaba poco a poco en sus vasos sanguíneos.

El ardor pronto le quemó la piel, desgarrando la primera capa que, a los segundos sintió la sangre comenzando a emerger en pequeños puntos de sus muñecas hasta terminar en finos hilos carmesí. Aunque el dolor físico que sentía cubrir la mitad de sus brazos no se compraba en nada con el malestar emocional de sentir que nada había servido, ahora se encontraba en una habitación a completa merced de personas sin escrúpulos que no dudarán en lastimarla como ya lo habían hecho hace unas horas, o lo que ella sentía habían sido horas.

Miles de insultos cruzaron su mente, se maldecía internamente por ser tan “débil”, quería ser una persona fuerte para proteger a las personas que quería, pero ahora solo era una mujer embarazada completamente vulnerable sin escapatoria alguna, prisionera en una habitación que ella consideraba, estaba sola.

Sin embargo, los orbes oscuros de un hombre se encontraban clavados en su rostro decaído, observando cada pequeño detalle, cada imperfección que pudiera existir en ella hasta ir bajando en tortuosos segundos hasta detenerse en la suavidad que desprendía la piel de su cuello, aunque a un costado, apenas perceptible se encontraba una marca no muy notoria, pero sí lo suficiente para él.

—Ahí estás...

El repentino balbuceo de la mujer logro robar la completa atención de el de traje rayado con líneas rojas y negro, fue demasiado sencillo tomar su atención, lo difícil para la azabache fue lograr contener sus nervios y miedos mientras su mirada penetrante se enfocaba en el hombre de hebras platinadas.

Sin esperarlo, las carcajadas más psicópatas habían retumbado en la habitación con eco, parecían ser risotadas infinitas que se repetían una y mil veces contra los tímpanos sensibles de la mujer. Quería cubrir sus oídos pero era imposible con las manos atadas, era simplemente tortuoso escuchar cada carcajada chiflada que salía de la boca del hombre al ser tan chillona e irritante.

𝐀𝐂𝐂𝐈𝐃𝐄𝐍𝐓𝐄𝐒 ━━ F.V.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora