𝟎𝟎𝟏

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Las palmas de sus manos sudaban sobre su regazo con nerviosismo, su dedo tomó el anillo en uno de sus dedos para moverlo en círculos sin llegar a quitarlo. Su corazón latía con fuerza y su mente no paraba de decirle que diera la vuelta, que dejará todo en ese momento, pero por otra parte, sabía que eso no resolvería nada. Tenía que agarrarse bien los pantalones y enfrentar sus nervios, ahora ya no solo se trataba de ella, ahora también había un bebé que se vería afectado por sus decisiones.

— ¿Realmente creés qué esto funcione? —murmuró la pelinegra con inseguridad.

Su mirada se encontraba clavada en la vista a través de la ventana del auto, ver pasar las casas, algunos edificios, autos y algunas personas era algo que le tranquilizaba de cierta forma, le ayudaba para pensar en otras cosas que no sea que se estaba dirigiendo a la casa del padre de su hijo. Aunque eso sonará muy loco, es verdad. Iba a ser madre, no era algo fácil de asimilar.

—Claro que sí, sólo confía en mí —exclamó ahora la castaña con una gran sonrisa orgullosa marcada en sus rosados labios.

La contraria sólo permaneció en silencio, las palabras se le habían acabado y ahora su nerviosismo había aumentado. ¿Por qué? Bueno, siempre que su amiga le decía que confiará en ella algo terminaba saliendo mal, por ejemplo: aceptar ir a esa fiesta y ahora ir en un auto rumbo a la casa del padre del bebé que llevaba dentro.

Solía ser una persona confiada de sí misma, pero esto la sobrepasaba. Tener una vida donde te estés esforzando para tener una mejor vida, mejorar como persona, y de un momento al otro te enteras que serás madre no ha de ser muy tranquilizador.

Los hermosos orbes azabaches de la joven mujer se perdieron en la vista de la ventana, intentando nuevamente convencer a su mente que su vida cambiaría de ahora en adelante y que pase lo que pase dentro de esa casa, ella haría lo mejor para el bebé y para ella misma. Después de estar tan concentrada en su futuro, le sorprendió cuando el auto se detuvo en una calle para nada humilde. Aunque ya conocía la casa, su corazón latió con más fuerza cuándo el motor paró por completo.

Tomó con fuerza la hombrera de su mochila entre sus manos, bajó del auto a paso tranquilo para detenerse enfrente de la casa que recordaba perfectamente. Recordó ligeramente aquella noche cuando llegó junto a su amiga, ahora esas dos personas tenían diferentes cometidos para estar ahí. Pero ninguna se esperaba que regresaría para dar una noticia que cambiaría por completo su vida.

—Esto no es una buena idea... —murmuró entre dientes.

El grito inesperado de su amiga le hizo dar un pequeño brinco en su lugar, pero ni siquiera se inmutó después de escuchar las palabras de agradecimiento de su amiga para el chófer. Un poco aturdida, cerró sus ojos con fuerza para no alterarse de más. Ahora con la gran noticia sus humos no se encontraban tan gratos como para soportar cualquier cosa mínima y un grito, era lo menos que toleraría.

—Espero que sí estén —vociferó alegremente la oji-miel, acercándose al timbre con una gran sonrisa marca en el rostro.

—Sí, sería una pena sino estuvieran... —murmuró la azabache, desviando su mirada a los alrededores.

Para su suerte, la contraria no había escuchado su empático comentario, sino ya se hubiera ganado una buena mirada asesina por parte de la castaña. Aunque eso no le importaría mucho, ahora su atención se encontraba más enganchada en pensar lo que diría o en cómo reaccionaría. Le asustaba un poco que su reacción no fuera tan abordable, en parte entendería que no era una noticia fácil de tomar, es decir, ella tampoco lo había asimilado totalmente, pero tan solo quería que él entendiera y no la tratará como una loca.

𝐀𝐂𝐂𝐈𝐃𝐄𝐍𝐓𝐄𝐒 ━━ F.V.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora