𝟎𝟎𝟓

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Las pupilas dilatadas de sus orbes ocultaban ese hermoso color avellana, su mirada era como cuchillas que se clavaban en la pálida espalda de la mujer que comenzaba a causar una sensación desesperante por tocarla

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Las pupilas dilatadas de sus orbes ocultaban ese hermoso color avellana, su mirada era como cuchillas que se clavaban en la pálida espalda de la mujer que comenzaba a causar una sensación desesperante por tocarla. La fina línea natural que se formaba en la columna vertebral, unos cuántos mechones azabaches que caían con suavidad sobre su piel clara y esas curvas que se formaban con la posición de su cuerpo bajo las sábanas, todo ella comenzaba a volverlo loco.

Entre la oscuridad, su cuerpo resplandecía con los rayos de la luna que entraban por las ventanas. Ni siquiera sabía cuánto tiempo llevaba observándola, pero podría afirmar que comenzaba a ser su pasatiempo favorito, admirar su belleza natural resplandecer sobre cualquier otra cosa a su alrededor.

Instintivamente, su lengua húmeda relamió sus labios entre la oscuridad. Todo su cuerpo comenzaba a provocar un sentimiento de obsesión por ella, no solo era lo carnal, es decir, no había un solo centímetro de su cuerpo que no amaba, pero también le encantaba su actitud alegre y serena que con su sola presencia lograba transformar el ambiente en uno más cálido.

La sangre ya corría con más rapidez de lo normal en sus venas, su corazón acelerado era responsable de lo que estaba a punto de hacer, tal vez era una estupidez y terminaría rechazado rotundamente como hace unas cuántas horas, pero, ¿Qué sentido tiene la vida si no te arriesgas?

Sin pensarlo mucho, su mano viajó sobre las sábanas que los unían en la cama hasta subir por la curvatura de su cintura y terminar bajando en su abdomen para sostenerla fuertemente con su antebrazo. Sus cuerpos se acercaron tanto hasta sentir la calidez del otro y una sensación ardiente en ambos que llenó la habitación de un ambiente candente.

La textura de la tela rozar con su intimidad fue como una descarga eléctrica que afectó por completo su cordura, pero, inconforme, su áspera mano continuó con su recorrido sobre la tersa piel de la azabache. Los pulpejos de sus dedos acariciaron el vientre de la joven cuando su mano comenzó a adentrarse a su camisa sin una pizca de vergüenza, con cada caricia y cada roce, era como sentir su cuerpo arder en la lujuria de querer seguir más allá de solo caricias.

Cuando la palma de su mano quedó presionada contra la hendidura intermamaria de su pecho, sus labios carnosos se acercaron tanto a su oído que sus palabras habían sonado más roncas y ásperas, además de sentir un pequeño escalofrío cuando sus intimidades se acercaron hasta el punto de sentir su longitud entre sus glúteos.

—Sé que estás despierta… déjame hacerte mía, déjame tocarte tanto que sientas tu cuerpo temblar contra el mío, Bell.

Tras morder un poco su lóbulo, su mano continuó con su recorrido por todo su pecho con roces suaves que poco a poco comenzaban a encender más su cuerpo. Se desconocía así misma, nunca había sido ese tipo de chicas que se entregaba a la primera y se dejaba perder por la calentura del momento, pero, no se podía mentir así misma en decir que no extrañaba sentir sus manos acariciar su cuerpo a su antojo. Quería sentirlo tanto como él quería tocarla, proclamarla como suya en ese mismo momento, en esa habitación que seguramente sería testigo de muchos de sus encuentros.

𝐀𝐂𝐂𝐈𝐃𝐄𝐍𝐓𝐄𝐒 ━━ F.V.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora