𝟎𝟎𝟖

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El casi imperceptible color de sus pupilas sobre su iris oscuro se dilató en un solo segundo, con la adrenalina corriendo por cada vaso sanguíneo de su cuerpo, acelerando instintivamente su respiración. El corazón le bombeaba más de lo habitual, tanto, que presentía que en cualquier momento lo vomitaría, pero, ahora su completa atención se centraba en una sola cosa, o en este caso: una persona.

El sonido fuerte de la puerta siendo cerrada fuertemente por el desconocido la hizo dar un brinco, sintiendo su corazón palpitar más fuertemente. Pero antes de que se detuviera a mirarlo, cuando sus pies tocaron el pastizal del jardín, los brazos de aquella silueta baja y borrosa de entre la oscuridad la había envuelto contra su pecho sin medir cuán fuerte era. La respiración se le escapó de los pulmones al ser presionada de una forma tosca y acelerada, las cosas habían pasado tan rápido que ni siquiera había tenido tiempo para respirar o reaccionar siquiera.

—Estás bien… —murmuró aquella persona contra la piel desnuda de su cuello.

Un escalofrío le recorrió toda la columna vertebral al escuchar lo grave que se había sentido la vibración de su voz contra su piel, pero, inmediatamente que pudo reconocer aquel acento tan icónico de un colombiano, su mirada se relajó con un gesto de alivio. Ahora ya no se sentía más en peligro, pero, debía de admitir que podría abofetear a ese hombre si tan solo no se encontrará aprisionada contra su pecho.

—Pensé que no llegaría a tiempo —expresó con melancolía.

—Y yo pensé que moriría —murmuró, presionó ambas manos contra su pecho para alejarse silenciosamente.

Ante la oscuridad del sitio, ambos observaron el brillo que se formaba en la mirada contraria debido a la tenue luz de la luna. Era un hecho que ambos se encontraban con emociones encontradas por lo que acababa de pasar, pero, en ese momento parecía que el resplandeciente brillo que se formaba naturalmente en sus orbes oscuros era lo que les causaba un alivio, pues seguían vivos.

—¿Qué hacías ahí? —irrumpió el colombiano, apagando sus propios instintos.

¿Qué hacía ahí? Ni siquiera ella tenía una respuesta a ello.

¿Curiosidad? ¿Confusión? ¿Solo un simple instinto? No encontraba la palabra indicada para justificarse, no sabía qué contestar para que no sonará como si estuviera a punto de perder la cabeza. Estaba claro que sus acciones no significaban más que un impulso que se vio comandado por una curiosidad implacable, pero, no estaba segura que eso sonará sano para una mujer embarazada. Después de todo, la curiosidad mató al gato.

—¿Cómo sabes que estaba ahí? —se excusó, pensando en lo que posiblemente podría salvar su pellejo.

—Iba a ir a la cocina cuando te vi salir para el jardín, te seguí y te observé entrar al sótano. Ahora, ¿Me dirás qué hacías ahí?

Con una ceja levantada hacia su dirección, el azabache la observó directamente a los ojos en busca de algún inicio de nerviosismo o rastro de mentira, pero lo único que encontró fue ese destello inolvidable que se formaba en sus orbes. Su corazón latió con bombeos agresivos contra su pecho, intentando permanecer lo más serio posible mientras todo su interior se acelera con solo mirarla.

Sin escapatoria, la mujer sólo permaneció en un silencio incómodo al ver la mirada penetrante del sujeto enfrente de ella con determinación. Su mente entró en un estado de bloqueo al no tener ni una sola excusa creíble, se sentía aprisionada mientras su mente intentaba, torpemente, encontrar una excusa tras excusa. El tiempo se le acababa, y eso la desesperaba.

—Escuché unos ruidos y bajé para ver qué pasaba, pensé que sería alguno de ustedes —habló, mordiendo su mejilla disimuladamente para no tartamudear—. Ahora que los dos estamos bien, será mejor volver a dormir.

𝐀𝐂𝐂𝐈𝐃𝐄𝐍𝐓𝐄𝐒 ━━ F.V.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora