𝟎𝟎𝟑

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Los rayos del sol estaban en su máximo esplendor, escabulléndose por los finos cristales de las ventanas que dejaban a la vista un bulto entre las sábanas blancas que relucían en la cama. La hora se marcaba en la pantalla del teléfono que vibraba múltiples veces sobre la mesa de noche, una irritante melodía retumbó durante unos segundos por esas cuatro paredes hasta que un brazo sobresalió de las sábanas, tomó el celular entre sus dedos para observar la pantalla que no paraba de tintinear con la hora.

Un grave gruñido salió de su garganta, deslizó su dedo pulgar sobre el botón naranja de la pantalla que vibraba hacia arriba, dónde lo deslizó con algo de rabia, fue ahí dónde la melodía cesó en un segundo, dejando a la vista ahora su fondo de pantalla.

Soltó un suspiro, acomodándose en la cama hasta quedar boca arriba, sus ojos aún se encontraban entrecerrados para acostumbrarse a la resplandeciente luz del sol que entraba por las ventanas. Parpadeó unas cuantas veces, encontrándose con el techo de su habitación, pasó suavemente una mano sobre su rostro adormilado que aún no abría completamente los ojos para soltar otro gruñido molesto. Tomó entre sus manos la suave tela de la sábana que lo cubría para levantarla de un tirón, se sentó en el borde de la cama hasta recuperar más conciencia.

Antes de regresar a dormir, levantó su adormilado cuerpo, escuchando sus huesos tronar cuando estiró sus brazos en el aire y un bostezo largo se escapaba de su boca. Colocó una mano en su cuello mientras se dirigía al cuarto de baño al sentir un hormigueo recorrer hasta la espalda baja, un dolor apareció inesperadamente en ambas de su sien, la jaqueca comenzaba a aparecer después de la buena noche que disfruto justo a sus amigos.

—Buenos días. ¿Resaca? —escucho la voz con burla de su energético amigo argentino.

Soltó un suspiro pesado cuando escuchó a su mejor amigo a penas dió un paso dentro de la cocina, levantó la mirada al tenerlo enfrente, observándolo con sus ojos entrecerrados y los labios torcidos en una mueca de disgusto. El dolor de cabeza que sentía era como millones de agujas clavarse en su cabeza, además del malestar en su estómago, sintiendo como la cena de la noche anterior se removía en su estómago antes de recorrer su garganta.

— ¿Tú qué crees, boludo? —respondió, neutro.

—Solo preguntaba… pendejo.

Al escuchar lo último dicho por el argentino, el uruguayo se giró hacia él con los ojos entrecerrados, formó una sonrisa sarcástica en su apagado rostro al mismo tiempo donde una de sus manos se levantaba en el aire dispuesto a lanzarse contra el rubio, pero antes de que la palma de su mano tocará la piel desnuda de su espalda, la voz adormilada de un colombiano risueño cruzó la cocina con una enorme sonrisa enmarcada en su rostro.

— ¡Buenos días, familia! —gritó, en medio de un bostezo.

Sus brazos se levantaron al aire haciendo crujir los huesos de su columna cuando su cuerpo se estiró lo más que podía, su boca también se abrió cuando un bostezo comenzó a invadirlo en medio de su frase energética para sus amigos, pero sin olvidar esa seriedad que lo caracterizaba.

Al escucharlo, ambos hombres giraron sobre sus talones para apreciar como su mejor amigo entraba a la cocina con emoción. Una sonrisa cómplice se escapó de los labios del argentino cuando lo vió tan feliz, también por qué se había librado de la bronca con su otro mejor amigo, pero también quería divertirse un poco en hacerle burla al colombiano con esa chica con la que lo había visto la noche anterior. Su cuerpo se deslizó de la encimera en un solo segundo, camino unos pocos pasos antes de llegar al colombiano y deslizar uno de sus brazos sobre de sus hombros con picardía.

— ¿Buena noche, Parce? —canturreo, encorvando una ceja repetidas veces.

—Pues claro —murmuró, sonriente.

𝐀𝐂𝐂𝐈𝐃𝐄𝐍𝐓𝐄𝐒 ━━ F.V.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora