𝐀𝐂𝐂𝐈𝐃𝐄𝐍𝐓𝐄𝐒 ━━ F.V.

𝟎𝟎𝟒

Su espalda se encontraba encorvada encima del lavamanos mientras su mano sostenía el grifo con fuerza, el agua eliminaba los pocos restos que aún quedaban en su cavidad bucal de alimento que su estómago devolvió hace no más de unos pocos minutos. Sus mejillas se inflaron cuando su boca se llenó de agua, escupiendola a los segundos después de sentir que el mal sabor desaparecía.

Recargó por completo su peso en sus manos apoyadas en el estante del lavamanos, enderezó su espalda enfrente al enorme espejo que le proyectaba su reflejo apagado. Las bolsas bajo sus ojos eran más notorias que antes, sus labios hinchados estaban más rojos de los común, ese cabello azabache que reposaba sobre sus hombros estaba un poco más maltratado y su mirada parecía una más decaída, cansada.

Sus labios se fruncieron ligeramente, presionando sus dientes delanteros contra su labio inferior, el ardor de morderlo no era tanto comparado con los latidos fuertes y acelerados de su corazón contra su pecho. Sus ojos se cerraron de golpe, intentando no sentir vergüenza por lo que acababa de pasar, es decir, estaba embarazada, era totalmente normal, pero aún así la vergüenza que sentía en ese momento hacía que sus mejillas se sonrojaran y su mente tratará de pensar en soluciones para no tener que salir del baño.

Las manos temblorosas sobre la madera se fueron cerrando con fuerza hasta dejar ver un color blanco formarse en su piel, recargó su abdomen contra el mueble oscuro, abriendo sus ojos con fuerza para mirar ahora su reflejo con más valor. El sentimiento de vergüenza aún permanecía, pero por otra parte, sabía que no iba a quedarse todo el día en un baño por más que buscará soluciones, era imposible.

Sus tenis de color negro con rojo se movieron con rapidez hacia la puerta, tomó una gran bocada de aire cuando la piel de su mano tocó el metal frío de la manija, girando de ella antes de que su mente volviera a recordarle ese momento incómodo de hace unos minutos. Cuando el aire salió de su boca, el sonido chirriante de la puerta logró capturar la atención de todos los que se encontraban esperándola pacientemente afuera.

— ¿Te sientes mejor? —la voz cálida de un joven con lentes fue la primera en escucharse en sus oídos.

Su cabeza dió un ligero movimiento en asentimiento, escuchándose un pequeño sonido salir de su garganta que lo termina por afirmar. Sin necesidad de decir ni una sola palabra, el joven de cabellera castaña, lentes con armazón oscuro y discretos, estatura unos cuántos centímetros más abajo de ella y una sonrisa que lo acompañaban a cada palabra de su corta frase, prefirió girar su mirada hacia su mejor amigo a su costado, creyendo ciegamente en las acciones de la azabache.

— ¿Qué te pasó? —una voz más gruesa y confundida le hizo girar su mirada rápidamente para encontrarse con un chico más grande.

Su cabellera rizada fue lo primero que capturó su atención, parecía tentadora querer tocar y acariciar los rulos que se formaban en las hebras castañas de su cabello, pero, ahora se encontraba más preocupada por desaparecer cualquier rastro de vergüenza que siguiera con ella, aunque eso era prácticamente imposible con tantos hombres frente de ella mirándola con suma preocupación a pesar de conocerla hace unos minutos.

—Larga historia… —respondió, llevando una de sus manos en su cadera.

Antes de llevar otra de sus manos a su rostro para desviar el mechón azabache que cubría su vista, una calidez cubrió su cuerpo al sentir una persona ajena acercarse a ella para pasar uno de sus brazos sobre su cintura y sostener su antebrazo para brindarle confianza. No podía negar que al principio sintió su piel erizarse sobre la tela de su ropa, pero cuando su mirada se posó sobre sus ojos avellana que brillaban con intensidad, fue como recordar en ese mismo instante como unas noches anteriores la había poseído con tanta pasión que su cuerpo pareció encenderse.