Capítulo 4

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La mañana del lunes se sentía perfecta, las calles de Manhattan estaban más tranquilas de lo normal. Lauren se sentía llena de energía luego de haber ganado su pelea en el entrenamiento de taekwondo. Cuando estaba en el dojo, todos sus miedos y sus pensamientos se quedaban en silencio, luchar tenía el mismo efecto que el sexo en el cuerpo de Lauren, ese momento de total liberación cuando pegaba una patada, todo se apagaba, sintiendo ese placer de que todo en el mundo tenía una solución.

A pasos suaves entró al departamento de ventas de Hot, y pudo visualizar el salón abierto que quedaba dividido por tres cubículos, uno para cada equipo, cada cubículo constaba de cuatro escritorios que compartían espacio. Los separadores que servían para delimitar cada espacio no eran más altos de tres pies, por lo que podías ver a todos los integrantes de la oficina cuando decidías hacerlo.

Dirigió su mirada al cubículo de las libélulas que quedaba justo frente al de los tigres. Tres de sus integrantes charlaban silenciosamente en una esquina mientras disfrutaban de café. Camila escribía algo en su teléfono de manera errática. Lauren se acercó lo más que pudo al cubículo para apreciar la ropa que traía Camila, aunque fuese una pésima vendedora, tenía un muy buen sentido de la moda, y sabía lo que su cuerpo necesitaba para verse espectacular. Hoy llevaba unos pantalones altos de mezclilla que se anchaban en los tobillos, una camisa de satén blanca y unos tacones de punta color crema, su cabello largo iba suelto por toda su espalda, y su perfume dulce invadía todo el espacio.

Lauren apoyó su cintura del separador y observó a todos los integrantes de las libélulas. "¿Será que tendremos que quitarle el nombre al equipo de Daniel y cedérselo a ustedes? Así se van acostumbrando a perder cada año." Felipe, Taylor y Chloe dirigieron su mirada de fastidio a ella y Camila se volteó en su lugar quedando muy cerca de su espacio personal.

"Con la trampa que hiciste, cualquiera gana." Pudo escuchar la voz chillona de Felipe responder mientras tenía otra batalla de miradas con Camila. No podía negar que poder observarla sin tener miedo a que la atraparan haciéndolo era todo un deleite. Lauren le sostuvo la mirada unos segunditos más para luego seguir recorriéndola por todo su cuerpo. Lo estaba haciendo con demasiado descaro, eso ella lo sabía, pero lo estaba disfrutando. Cuando volvieron a conectar la mirada, pudo percibir un leve rubor en las mejillas de Camila. 'Simplemente hermosa', pensó.

"Ay, pero no te pongas agrio, Felipe. Saber perder también es una virtud." Lauren sonrió, y ella misma podía sentir la malicia en esa sonrisa.

Lauren se percató de la risa leve de Hannah a su lado. "Sahir le puso nombre a la mañana de hoy." Expresó observando a las libélulas. "La tortura de las libélulas." Lauren sonrió ante esto, Hannah y Chloe eran muy buenas amigas, se molestaban mutuamente con la competencia laboral que llevaban, pero en realidad cada una sabía que solo era parte de la dinámica.

"Necesito saber cuando aprenderás a abrir la boca para decir algo útil." Chloe se puso de pie para empujarla un poco haciéndola caminar a la puerta. "No te conté lo que me pasó ayer". Desaparecieron de la vista de Lauren, y esta aprovechó para dirigirle una última sonrisa a Camila, que no había despegado su mirada de ella.

Cuando el reloj marcó las nueve, todos volvieron a su espacio de trabajo y la oficina se sumergió en un pequeño vaivén de susurros, personas caminando por todas partes, teclados siendo atacados con mucha velocidad, y un olor a café que solo se disipaba al final de la mañana.

Los tigres trabajaban en sincronía, cada uno conocía muy bien el rol que cumplía en el equipo, Christopher llevaba las estadísticas, los números, y por lo regular era muy bueno planificando y organizando las agendas, sobretodo la prioridad y el tiempo que requeriría cada cliente. A Sahir le decían 'el continuador' porque era excelente en servicio al cliente y en darle seguimiento a los procesos luego de que una venta ya estaba cerrada, Hannah y Lauren se encargaban de visitar a los clientes, presentar los productos y cerrar las ventas. El trabajo de los vendedores no solo era vender, era también asegurarse de que el producto llegara a su consumidor final, y que el cliente estuviese feliz con su compra. El equipo que realizaba la venta, debía encargarse de pasar en reportes al equipo de tecnología con las indicaciones específicas de las compras que realizaban, como Hot era una compañía que vendía softwares adaptados a las empresas, un estudio de la compañía era el paso que seguía luego de la venta. Cuando tecnología terminaba de diseñar, instalar y entrenar, el departamento de ventas le daba soporte al cliente siempre que surgía alguna necesidad o acontecimiento. Estaba claro que el departamento pertenecía a un conglomerado de departamentos que dentro de la pirámide se englobaba como 'Marketing'.

Tenías que ser tú - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora