Capítulo 10

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Luego de unas trecientas repeticiones de patadas laterales a medio cuerpo y unas buenas patadas voladoras, Lauren tomó posición para hacer el saludo a su maestro, y luego comenzar a estirar su cuerpo. Ya que el taekwondo requería de extrema flexibilidad, era necesario hacer una especie de acroyoga antes y después de entrenar, sobretodo si manejabas altos niveles de la disciplina. Lauren soltó sus brazos volviendo su respiración a la normalidad y observándose en el espejo del salón adjunto dónde realizaban los ejercicios de estiramiento. Su piel transpiraba de manera excesiva, al mismo tiempo que su cabello amarrado se esparcía por todas partes. Sus pupilas estaban dilatas por la concentración logrando esconder la mayoría del color verde de sus irises. Cerró los ojos volviendo su mente a su estado natural. Lauren se convertía en una fiera cuando pisaba el dojang. Recogió el dobok que había dejado a un lado para quedarse en sudadores cortos y una camisilla fina para el acroyoga. Recogió sus cosas abrigándose con una sudadera y calzándose con unas zapatillas de correr. Trotó unos diez minutos devuelta a casa para iniciar su rutina matutina para llegar al trabajo.

Al cabo de una hora tomaba su batido gigantesco de pepinos, apio, perejil y manzana verde montada en el tren que la dejaría a unos cinco minutos del edificio corporativo de Hot. Respiró profundo sintiendo la humedad en la brisa de la mañana danzar con su piel.

Desechó el envase del batido al terminarlo y sacó su carnet magnético para entrar. Saludó cordialmente las caras conocidas y sonrió al ver a Christopher esperando para subirse al ascensor.

"Hey, Chris." Se detuvo a su lado y Christopher arregló sus gafas sonriéndole sinceramente.

"Lauren, estás más temprano de lo normal." Lauren negó cerrando sus ojos, porque claro que Christopher llevaba los horarios exactos de cada uno de sus compañeros de departamento. Era así ese chico, para él todo era contabilizable y todo representaba un porcentaje en un esquema de incógnitas y variables. Debía ser una tortura para un mortal habitar en su mente por solo una hora.

"Me siento renovada, Chris." Levantó la cabeza para observarlo, pues debía llevarle unas seis pulgadas de tamaño a Lauren, y le sonrió con amabilidad, había desarrollado un cariño especial por el chico.

"Según las estadísticas, cuando llegas de un mejor humor de lo normalizado, cierras alrededor de tres contratos más que la media." Lauren rio suavemente. Las puertas se abrieron y salieron en su piso.

"Pues al parecer hoy vamos a vender muchos softwares, Chris." Caminó por delante de él volteándose para verlo. "¿Aceptas el desafío?" Preguntó fingiendo seriedad, Christopher volvió a acomodar sus gafas.

"Mi capacidad intelectual me permitiría hacer mi trabajo para un total de tres Laurens." Lauren fingió ofensa abriendo sus labios en forma de 'o'.

"¿Dices que soy mediocre, entonces?" El sonrió negando.

"Tus logros sobrepasan al de la media." Lauren le guiñó volviendo a su lado y abrazándolo suavemente de costado, intentando no apretar mucho porque sabía que un poco más podría llegar a incomodarle.

Lauren sintió su aroma, el mismo que había sentido todos los días luego de haber conocido al chico hacía un año y medio atrás, cítricos con algunos toques de madera.

"Hueles diferente hoy." Lo molestó un poco. El procedió a olerse los brazos de inmediato.

"Eso es imposible, me duché con quince gotas de jabón líquido, tres de champú, y dos presionadas de colonia. Son las mismas cantidades de los mismos productos que he utilizado desde que cumplí los dieciséis años." Lauren sonrió mordiendo su labio inferior.

"Sólo bromeaba un poco, Chris." Tomó asiento en su silla y él la observó intentando descifrar dónde estaba la broma.

"¡Oh! Esas se me hacen un poco difíciles aún." Lauren asintió para luego fijar su mirada en él.

Tenías que ser tú - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora