Capítulo 14

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Lauren entraba a Le Bernardin unos minutos pasados de la hora en que su madre la había citado. Le Bernardin era uno de los restaurantes más concurridos de la ciudad, sólo personas influyentes lograban conseguir una reserva allí, los simples mortales, no tan simples porque era extremadamente caro, debían esperar meses para conseguir una reserva. No quería ni recordar la influencia que tenía su madre para haber conseguido una mesa allí ese mismo día, y no solo cualquier mesa, el salón privado que estaba reservado para celebridades únicamente.

Lauren suspiró siguiendo al anfitrión que la llevaría a su tortura por las próximas horas.

Antes de entrar vio su reflejo en un espejo y esperó que su vestimenta fuese suficiente para su madre hoy, lo que menos tenía ganas era escuchar uno de sus horribles sermones.

Pasó sus manos por el pantalón ancho que había elegido, y la blusa sin mangas ajustada que entró por el pantalón. En su mente cumplía los estándares, ya vería si había acertado.

Escuchó sus propios tacones resonando con el profundo silencio que había allí. Observó a su madre completamente inmersa en su celular y a su padre viendo el menú.

Al escucharla entrar, ambos dirigieron su mirada a ella, su padre le sonrió.

Se acercó a ellos y saludó a su padre primero que se puso de pie y le dio un cálido abrazo.

"Lauren, que bueno verte." Lauren sonrió cuando se separó.

"Igualmente, padre." Se dirigió a su madre que tenía una media sonrisa en su perfecta compostura. "Madre." Le dio dos besos al aire sin tocar sus mejillas (así lo prefería la excelentísima Catherine Dankworth II, como muchas otras estupideces más).

"Lauren." Inclinó su cabeza haciendo una especie de saludo. Lauren tenía la convicción de que su madre de verdad creía que venía de la realeza británica.

Lauren tomó asiento frente a su padre y junto a su madre.

"¿A qué debo esta grata visita?" Preguntó de inmediato rompiendo el hielo mientras acomodaba la servilleta de tela en sus piernas

"Richard y yo teníamos un día libre y quisimos venir a Manhattan a reunirnos con unos viejos amigos." Lauren intentó emitir una sonrisa, pero solo llegó a una línea recta en su rostro.

"Y claro, queríamos verte a ti." Explicó su padre. Lauren lo observó, se veía más cansado de lo normal, mientras que Catherine parecía la copia exacta de su abuela, rígida en todas partes, nada se podía mover en su cara porque los movimientos causaban arrugas. Ese simple hecho la hacía una de las abogadas más despiadadas que Lauren tuvo la dicha de conocer, cabe recalcar que fueron muchos, la mujer no mostraba sentimientos. "¿Cómo estás?"

Lauren le sonrió. "Estoy bien, padre, ya sabes, mucho de lo mismo." Este asintió observándola con cariño.

"¿Ya te planificaste para dejar ese trabajo mediocre que tienes?" Lauren volteó los ojos con un poco de frustración.

"Catherine, tuvimos una conversación sobre esto antes de llegar." La reprimendó su padre. Gracias al cielo por este hombre.

"No, madre, disfruto mucho mi trabajo." Dirigió su mirada a ella. "No pienso dejarlo por ahora." Su madre sostuvo la copa de vino blanco que estaba frente a ella y le dio un corto trago. "Pero cuéntame de ti, ¿cuándo piensas dejar de defender criminales?" Su padre rio suavemente negando.

"No defiendo criminales, Lauren." Lauren asintió acariciando su mentón son sus dedos.

"Pues explícame lo que haces, porque parece que tengo 29 años sin entenderlo." Su padre suspiró.

Tenías que ser tú - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora