Camila solo sentía que le faltaba temblar para tener todos los síntomas que conlleva una crisis nerviosa. Había limpiado sus manos en su pantalón durante todo el vuelo a Los Ángeles porque no había parado de sudar. Su respiración se sentía errática y su corazón se iba a salir de su pecho.
Lauren la observó abrazando su cintura mientras salían por las grandes puertas del LAX.
Era viernes en la noche, habían tomado el último vuelo que salía de JFK para poder completar la jornada laboral de ese día y podía sentir la presión en su espalda de todo el tiempo que había durado sentada.
Lauren sonrió dirigiendo su marcha a un joven que estaba de pie apoyado en uno de los muros exteriores del aeropuerto. Era un hombre alto y esbelto, con el cabello castaño, tenía los mismos ojos de Lauren y una sonrisa que daba paso a unos hoyuelos que lo hacían parecer mucho más joven de lo que realmente era.
Lauren se abalanzó a él abrazándolo con mucha calidez y este se fundió a ella levantándola del suelo y moviéndola de lado a lado.
"Patrizio." Dijo con un acento italiano y Patrick la volvió al suelo.
"Lorena." Imitó este sonriendo y depositando un beso en su frente.
"Camila, este es Patrick." Abrazó a Camila por la cintura y una sonrisa muy genuina volvió a sus labios.
Patrick se acercó a ella depositando un beso en su mejilla.
"Es un completo placer conocerte, Camila." Camila sonrió sintiendo sus mejillas sonrojarse por completo. Tomó ambas maletas en sus manos. "Salgamos de aquí, princesas." Llegaron a un Aston Martin de cuatro puertas y Camila tenía el presentimiento de que esta familia estaría llena de lujos.
Llegaron a una comunidad cerrada repleta de casas modernas que debían costar lo mismo que diez riñones completamente sanos. Pasaron frente a una casa hermosa, repleta de luces, plantas y arbustos podados con el más impecable de los cuidados.
"Ahí crecimos, Camila." Patrick señaló la casa y Camila sintió sus cejas elevarse por cuenta propia.
Siguió su rumbo al final de esa misma calle deteniéndose frente a una casa mucho más pequeña que la anterior pero que compartía el mismo estilo, cuidado y belleza.
El interior estaba impecable, espacios gigantescos estaban ordenados con una decoración en colores sobrios y acabados modernos. La cocina era completamente blanca y el piso era tan brillante que podías ver tu reflejo en él.
"Bienvenida a mi hogar, Camila, espero que te sientas como en casa." Camila sonrió. Caminaron a una habitación que era más grande que todo el apartamento de Camila y suspiró imaginándose viviendo en una casa tan hermosa. "Claudia estuvo por aquí y les dejó algo preparado para cenar, cuando estén listas pueden salir a hacerlo." Cerró la puerta detrás de él y Lauren abrazó la cintura de Camila por la espalda depositando suaves besos en su cuello.
"¿Ya estás más tranquila?" Camila suspiró porque claro que Lauren se había fijado en sus nervios. "Conozco unos métodos deliciosos para disipar tu ansiedad." Susurró en su oído mientras acariciaba su entrepierna por encima del pantalón suave que llevaba puesto. Camila volteó su cuerpo envolviendo sus brazos en su cuello.
Le sonrió con ternura y le dio un beso suave en los labios.
"Vamos a cenar, Lauren." Lauren asintió tomándola de la mano y llevándola al comedor redondo donde Patrick organizaba unos platos. Sonrió al verlas.
Unos minutos después comían un gazpacho de tomate acompañado de una ensalada rusa que estaba deliciosa.
"¿Claudia anda por aquí?" Patrick asintió.
ESTÁS LEYENDO
Tenías que ser tú - Camren
FanfictionCamila Cabello disfruta su trabajo, o eso se dice todas las mañanas para convencerse. Lo que Camila está muy segura que no disfruta es tener que trabajar junto a la engreída, petulante, creída, (y sí, todos los adjetivos horribles que puedas encontr...