CAPÍTULO 5: ESTOY AQUÍ.

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No hay lugar al que huir de todo este caos”.

Danielle posó su mirada en el hombre al que le habían ordenado interrogar.
Sabía que la estaban poniendo a prueba, aquello no era más que para demostrar que era acta para lo que desde pequeña fue entrenada. Es por eso que encendió el aparato que tenía entre sus manos y los gritos de dolor se hicieron presente por todo el lugar debido a los electrochoques.

De a poco fue sonsacando la información que requería su padre y mientras los minutos se hacían horas, sus pensamientos eran arropados por oscuras nubes, mismas que se reflejaban en su ojos grises y mirada indiferente. Sus facciones se mantenía neutrales, ellas no reflejaban nada, su mirada era vacía y algo inquietante.
Ella parecía ida de la realidad, aunque ese no fuera el caso, su mente estaba demasiado presente mientras escuchaba los gritos y súplicas, «basta, por favor», era lo único que podía distinguir y sin embargo, se mantuvo impasible.

La chica presionó el aparato una vez más, deteniendo las sacudidas y dejando al hombre casi inconsciente.
Fastidiada por la actitud y poca resistencia del contrario, acortó la distancia entre ambos y bufó.

—Eres despreciable —chasqueo y luego se giró a ver al chico que la acompañaba mientras asentía y este, sin muchos miramientos, desenfundó un arma que reposaba detrás en su cintura y sin más, dos disparos impactaron en el pecho ajeno, logrando manchar de sangre la ropa y parte del rostro de la pelinegra.

Ambos compartieron una mirada para luego dirigirse hacia la salida. Una vez fuera se encontraron con sus progenitores, Danielle y Braiden los observaron con indiferencia para luego caminar hacia el auto del castaño y largarse de allí de una vez por todas.

Durante todo el camino de vuelta a la ciudad, ambos se mantuvieron en silencio. Demasiado pensativos para hablar o comentar algo.
Faltaba poco para el amanecer por lo que el chico silenciosamente decidió dirigirse hacia una cafetería y desayunar algo. Tampoco es como si ella fuera a refutarle algo, después de todo, eran pocos los momentos de paz y tranquilidad que ellos se podían permitir.

Antes de llegar al sitio el chico le pasó un paquete de toallas húmedas para luego tenderle su sudadera.
Ella al ver eso lo observó extrañada.

—Tienes sangre —señaló a lo que la pelinegra asintió y luego de ponerse la prenda, empezó a limpiar su rostro.

Ya en el sitio ambos ordenaron sus respectivas comidas mientras hablaban entre ellos.
Como si nada hubiera pasado minutos antes, como si no hubieran torturado a alguien para conseguir información y luego matarlo. Aunque ya eso era normal, estaban demasiado acostumbrados a ese tipo de situaciones como para ponerse a pensar en las acciones que habían cometido. Tenían pleno conocimiento que hacer eso no cambiaría la situación, es por eso que preferían mantenerse al margen y actuar como si nada.

Al terminar y salir del establecimiento Braiden la atrajo hacia él y la rodeó con uno de sus brazos. A pesar de que ella detestaba ese tipo de contacto, no se alejó de él y se dejó hacer.
Ambos necesitaban eso, algo que les recordara que eran humanos y no aquello por lo que fueron entrenados.

—Я здесь. «Estoy aquí» —susurró.

—Я здесь. «Estoy aquí» —se aferró a él y no pudo evitar cerrar los ojos.

Danielle no sabía a qué otro Dios agradecerle por tenerlo a él con ella. Él era el único que estaba tan roto como ella para poder entenderla a la perfección.
Sabían que sus vidas eran un infierno, pero mientras contarán con el otro, todo estaba bien.

QUÉDATE CONMIGO [EMISIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora